Si observamos la secuencia de los hechos, la medida de don Mariano – la reforma electoral del régimen local – ha sido propuesta justo después de las elecciones europeas; tras conocerse los resultados electorales de las mismas y, tras digerir que un millón dos cientos mil votantes se inclinaron por nuevas fuerzas políticas afines a la izquierda, poniendo en jaque el bipartidismo acostumbrado de los últimos treinta años. La victoria de Podemos, o dicho en otros términos, la extrapolación del escenario europeo a los pueblos españoles supondría, para desgracia de algunos, que los incipientes de la parrilla se hicieran con las llaves de sus castillos. El miedo a la sangría en tan probable contienda ha puesto nerviosos a las filas de la derecha. Tanto es así que bajo la rúbrica"regeneración democrática" el Pepé quiere cambiar las reglas de juego para que en las próximas elecciones de mayo gane la lista más votada. Gane la lista más votada, o dicho más claro, gobiernen las mayorías simples sin oportunidad de pactos postelectorales, hasta ahora democráticos. Así las cosas, la nueva "bofetada" que se cocina en La Moncloa nos sitúa a las puertas de los modelos "a una vuelta" americanos. Modelos basados en distritos uninominales y sistemas electorales bipartidistas por las consecuencias de la Ley Duverger.
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