El maquinista que conducía el tren accidentado en Santiago de Compostela en un siniestro en el que murieron 79 personas, Francisco José Garzón Amo (c), sale de los juzgados de Santiago. Archivo/EFE



Francisco José Garzón del Amo conducía el Alvia que descarriló en Angrois el 24 de julio de 2013 provocando la muerte de 79 personas y más de 140 heridos. En un primer momento todas las miradas se concentraron en él como único responsable del accidente: circulaba a más de 180 kilómetros en un tramo en el que debía haber ido a 80. En la fatídica curva no había instalada ninguna baliza que hubiera impedido la velocidad excesiva.

Seguridad en las vías
Pocos días después de la tragedia, el Gobierno puso en marcha un plan para mejorar la seguridad de toda la red ferroviaria e instalar sistemas de frenado automáticos para neutralizar posibles errores.

11 exdirectivos de Adif también imputados
Garzón está imputado por 79 delitos de homicidio imprudente pero el juez instructor, Luis Aláez, cree que no es el único responsable del accidente. Así, imputó además a 11 exdirectivos de Adif porque considera que debían haber previsto el error humano. Sin embargo, el fiscal del caso, Antonio Roma, no está de acuerdo con su tesis y recurrió la imputación. Entiende que todo es consecuencia de la "conducta enormemente imprudente" del maquinista.

Carta en La Voz de Galicia
Durante este año, Garzón ha vivido arropado por su familia, amigos y compañeros maquinistas que han impedido su exposición pública. Este jueves reaparece en La Voz de Galicia, donde publica una carta dirigida a las víctimas en la que les pide perdón:
"Cuánta pena y dolor siento. Me angustia pensar qué palabras puedo decirles, si serán o no las adecuadas, si finalmente podría llegar a molestar lo que digo. Sólo me sale pedir perdón. En realidad no sé si a algunos de ustedes lo que yo pueda decir o sentir les causa algún alivio en su inmenso dolor. No saben cuánto daría por ello. Es tan grande el daño que han sufrido...

Un año después siento la necesidad de decirles públicamente lo que cada día desde aquel 24 de julio, les digo en soledad, destrozado por las consecuencias del accidente.

Yo era el maquinista del Alvia ese día y ante ustedes nada quiero ni pretendo justificar.

Ustedes son las víctimas, los que con plena confianza se montaron en un tren que debía llevarles sanos y salvos al lugar previsto. Sin embargo, muchas vidas, muchos sueños  esperanzas se quedaron en las vías.

Permítanme abrirles mi corazón. Si algo puedo hacer, si puedo llevarles algún consuelo de alguna forma... Me ayudaría tanto hacerlo... Aunque ahora solo creo que debo transmitirles una palabra: perdón"

La era Garzón
Según relata el diario El País, Garzón ha pasado de ser el enemigo público número uno a recibir muestras de aliento, incluidas las de algunos pasajeros que siguen viajando en el Alvia Madrid-Ferrol. Sus compañeros maquinistas creen que hay un antes y un después tras lo ocurrido en Angrois. "Están la época del vapor, la del diésel, la de la alta velocidad y la de Garzón", asegura un miembro del sindicato para argumentar que desde entonces, todos se han concienciado de la "importancia del factor humano, que es el eslabón más débil". Asegura que en esta "era Garzón" "nadie excede la jornada, se descansa el tiempo máximo y a la más mínima avería plantamos el tren. Nos negamos en redondo a exponer a los pasajeros".