Si usted no limpia durante varios días su casa la suciedad termina saliendo por las orejas y los malos olores se extienden por las habitaciones, el salón, la cocina, los pasillos… Eso es lo que ocurre en la ciudad de Madrid, miren a su alrededor y lo constatarán:


La alcaldesa, Ana Botella, ha decidido ahorrar en la limpieza, por esa razón no se barren las calles nada más que ¿una vez al mes?... ahora hay árboles floridos que van perdiendo sus flores pero el departamento de limpieza del ayuntamiento debe haber pensado que ¿para qué limpiar un día si al siguiente las flores siguen cayendo? En otoño pasa algo parecido con la caída de las hojas. Algunas calles del centro está muy sucias –no quiero pensar cómo estarán las de la periferia- porque no se limpian, ni se riegan –y este año no ha habido sequía-. Si usted en su casa no tira todos los días de la cadena del váter, la mierda termina rebosando, no se va sola; en Madrid el ayuntamiento piensa que si se va sola y algunas calles huelen mal.



En la ciudad se produjo una huelga de limpieza, ahora no hay, pero alrededor de algunos contenedores de basura hay cajas, cartones y desperdicios, como si nadie los retirase. ¿Qué hace el departamento de medio ambiente del ayuntamiento? Casi nada porque no aparece.


Con la suciedad se produce un efecto contagio: si vemos que un lugar está sucio nos olvidamos de tirar los papeles o cualquier otro desperdicio en las papeleras -total está tan sucio que un papel más o menos…-.

Esta era una ciudad limpia pero los actuales regidores deben pensar que con limpiar alrededor del museo del Prado o del Congreso de los Diputados o del Palacio de la Alcaldía es suficiente para que la ciudad reluzca.

Las fotos que aquí mostramos son la prueba de lo que decimos.


Pero vean lo que dice el ayuntamiento en su Memoria de gestión medioambiental de 2012, la de 2013 todavía no está en la web:
“Los servicios de limpieza urbana y recogida de residuos constituyen un factor clave para la calidad de vida en la ciudad. Su principal función es hacer de Madrid una ciudad limpia, manteniendo unos servicios eficaces y con un alto grado de eficiencia, y garantizar la evacuación periódica de la totalidad de residuos urbanos que se generan en la ciudad. Pero, además, y en todo caso, evitar los riesgos sanitarios, aunque el objetivo que se persigue va más allá de la protección de la salud pública. Por otro lado, estos servicios reducen el impacto ambiental al facilitar el reciclaje de materiales y energía, crean un entorno más favorable para la vida social en la ciudad, mejoran la imagen de la ciudad y contribuyen a su desarrollo económico”.

Así debería ser, pero no es. A día de hoy, ya pasado mediados del mes de julio la realidad de Madrid es que huele mal en determinadas zonas y está muy sucia en casi todas.