Un niño palestino mira a través de la ventana de su casa dañada por el impacto de metralla. EFE



Por tercera vez en siete años, Gaza ha sido atacada militarmente. Cientos de niños y niñas de Gaza están viviendo por tercera vez lo que significa ser bombardeado. Éstos, son los niños y adolescentes que se supone tendrían que disfrutar de la playa, como cualquier otro adolescente durante el verano. De viajes y campamentos de verano que se suponía iban a celebrarse en Khan Younes, Rafah y otras ciudades de Gaza, pero que se convirtieron en casas y sueños demolidos.

"El problema no es vivir tres guerras, el problema es que ellos saben lo que bombardean, pero yo no. Espero a los cohetes bombardeen mi casa en cualquier momento. Los veo venir. Todo el mundo es un objetivo” dice una de las trabajadoras del Comité Técnico de Asuntos de la Mujer (WATC).

Desde que comenzó el ataque israelí el pasado lunes, 7 de julio 2014 en Gaza, más de 200 personas han muerto (la mayoría de ellos son mujeres y niños) y hay casi 1.600 heridos. Más de 900 casas han sido destruidas o severamente dañadas, lo que significa que miles de familias sin hogar necesitan ayuda inmediata y refugio. Además, 19 escuelas han sido bombardeadas y 1 hospital, fue totalmente destruido. Hasta el momento más de 1.160 toneladas de explosivos han sido arrojadas sobre Gaza desde el inicio del ataque. Esas cifras muestran la magnitud del dolor y el sufrimiento del pueblo palestino en Gaza, donde la mayoría son civiles, tratando de tener una vida normal.

Un día antes del ataque, funcionarios del Ministerio de Salud en Gaza anunciaron la desesperada necesidad de medicamentos, ya que no cuentan con los suministros básicos para tratar a las personas debido a que los pasos de Erez (un puesto de control israelí custodiado por las fuerzas militares israelíes para controlar la entrada a Gaza) y Rafah (la frontera de Palestina a Egipto) están cerrados. En estos momentos, no se disponen de medicamentos para más de dos días, si las bombas siguen cayendo, esto no será suficiente.

Tres hospitales han sido cerrados porque no pueden ofrecer ningún servicio debido a la falta de electricidad, medicamentos y suministros esenciales, incluso para heridas leves. Bajo estas circunstancias, las personas que sufren de enfermedades crónicas como el cáncer, la diabetes, la presión arterial alta y la diálisis no están recibiendo los tratamientos necesarios, ya que no se consideran casos de urgencia, debido al elevado número de lesiones graves y muertes que los hospitales reciben cada hora.

Muchas de nosotras y nosotros, no tenemos electricidad, y las comunicaciones se hacen casi imposibles; algunos han tenido que abandonar sus casas porque al regresar de la oficina las encontraron destruidas; y una compañera salió corriendo con su bebé de 6 meses con unos pocos pañales y algo de leche después de pasar 24 horas refugiada en casa cayendo bombas sin parar.

Por todo esto, hacemos un llamamiento a todas las organizaciones internacionales de derechos humanos y ciudadanos del mundo a ponerse de pie y levantar la voz en contra de la agresión israelí y el ataque militar contra la población civil palestina en Gaza. Lo que está ocurriendo en Gaza no va sólo contra todas las convenciones internacionales, sino que destruye a la humanidad y la vida del pueblo palestino. Como decía Luther King, “Al final no recordaremos las palabras de nuestros enemigos, sino el silencio de nuestros amigos”.

Soraida Hussein es trabajadora del Comité Técnico de Asuntos de la Mujer (WATC) en Palestina y socia de Alianza por la Solidaridad

WACT es una organización palestina con la que Alianza por la Solidaridad trabaja en terreno desde hace años. Ante la situación en la que se encuentran nuestras socias, estamos llevando a cabo una campaña de apoyo para ofrecer atención médica de las víctimas del conflicto a través de las clínicas que tienen en varias zonas de Gaza.

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