Cada vez son más los proyectos que tratan de potenciar el uso del arte como herramienta de cambio social. En un momento en el que los recortes obligan a sacar el máximo partido a la creatividad, hay iniciativas que hacen de ella su bandera y la revindican como herramienta principal para mejorar el entorno que nos rodea.


Este verano se celebra la segunda edición del exitoso Project Social Impact, un instituto pensado para impulsar los proyectos de aquellos que creen en el poder transformador del arte. Durante dos semanas, la impresionante mansión Harlow Bay reunirá por dos semanas en Massachusetts artistas y expertos en temas sociales, para que desarrollen ideas transformadoras y las conviertan en iniciativas reales que muy pronto estarán generando cambio.



Iniciativas como Girl Be Heard, una organización sin ánimo de lucro especializada en ayudar a niñas y mujeres jóvenes a través del teatro y la escritura, que en menos de seis años se ha convertido en referente sobre cómo el arte puede cambiar vidas. Recientemente la organización ha estado de gira por Europa, participando junto a Angelina Jolie en la Cumbre contra la Violencia Sexual en Conflictos y trabajando con grupos de refugiados en Dinamarca.  A través de los talleres que ofrecen en diversas escuelas públicas en Nueva York, niñas y adolescentes en riesgo de exclusión tienen la oportunidad de escribir e interpretar sus propias obras.



Y llevarlas a las tablas, como ocurrirá en los próximos meses con LIMITS, un proyecto de creación teatral colectiva que, involucrando al espectador de forma muy activa en el espectáculo, quiere provocar una reflexión sobre cómo establecemos nuestros límites en el respeto a derechos fundamentales como el trabajo, la vivienda o la vida.


Impulsando estas iniciativas está Blanca Vivancos, actriz  española conocida en la escena alternativa teatral y en espacios de reivindicación social.  Afincada en Nueva York desde hace un par de años,  no ha parado de trabajar como actriz (cinco proyectos de teatro, varios cortos, campañas y un largometraje a las órdenes de Alan Brown avalan su trayectoria en Estados Unidos).  Y está convencida de la importancia de las artes en el desarrollo de capacidades que son fundamentales para mejorar la convivencia. En sus propias palabras, “Yo no creo que el teatro pueda cambiar el mundo. Pero creo que puede ayudarnos a abrir los ojos para ver el mundo. Sólo así podremos cambiarlo”.


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