Germán Cano, pensador español, profesor titular de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Alcalá de Henares y miembro de Podemos.



Germán Cano, pensador español y profesor titular de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Alcalá de Henares, viajó la semana pasada de Madrid a Buenos Aires (Argentina) para intercambiar experiencias con intelectuales latinoamericanos en el marco de un encuentro organizado por el gobierno argentino. Desde que a principios de año surgiera el grupo político-social Podemos, que aglutina al movimiento 15M, las siguientes mareas humanas y demás desafectos de la izquierda tradicional española; Cano se ha convertido en un referente y defensor entusiasta del proyecto, de su líder Pablo Iglesias y de la nueva forma en la que la ciudadanía española se interesa y se adentra en política. Mientras Podemos espera irrumpir con éxito en las elecciones europeas del próximo 25 de mayo, el autor del libro Adoquines bajo la playa. Escenografías biopolíticas del 68 (editorial Grama) detalla en esta entrevista los rasgos más característicos de este reciente movimiento. Porque él puede.

¿Qué hace un representante de Podemos en Argentina y qué puede aportar la experiencia latinoamericana al ideario del partido?

La experiencia latinoamericana ha sido muy importante en cuanto ha desarrollado procesos en la sociedad civil desde abajo que han llevado a intervenir en las instituciones. Por ejemplo, la negativa a pagar la deuda del gobierno argentino o el rechazo a adoptar las directrices del FMI en determinado momento marcan un punto de inflexión respecto otra política que puede ser posible. En este sentido, desde un punto de vista eurocéntrico, las experiencias latinoamericanas eran consideradas insignificantes. Es decir, se despreciaban porque no respondían a categorías obreristas u otro tipo de posiciones históricas muy definidas y delimitadas. En Marx, por ejemplo, hay una animadversión y un cierto desprecio hacia la experiencia latinoamericana por considerarla de segunda categoría. Se pensaba que Latinoamérica podía enseñar más bien poco porque en estos países no había una clase media fortalecida, consciente de su fuerza social, y el escenario estaba más fragmentado.

Como esa lectura de la historia también ha entrado en crisis, ahora es posible aprender de esos procesos. El hecho de que, por ejemplo, en Latinoamérica (países como Argentina, Chile, Venezuela o Bolivia) se hayan producido procesos emancipatorios no subordinados a lógicas de clase o a lógicas corporativas ofrece un espejo para pensar sobre los procedimientos sociológicos que están aconteciendo en España, donde ya nadie siente una identidad como clase trabajadora. Y ahí el experimento latinoamericano puede ofrecer algunas pautas.

¿Cómo se percibe este acercamiento de Podemos con los procesos populares latinoamericanos dentro de las distintas fuerzas de la izquierda que lo integran?

La relación entre lo que está pasando en España (crisis del sistema representativo, recortes sociales, corrupción institucional y política, etc.) y Latinoamérica es que se necesitan nuevos modelos de aprendizaje. Estos modelos no se encuentran tanto en la historia, en lo que ha podido pasar, por ejemplo en el movimiento obrero, sino en procesos más cercanos en el tiempo como los latinoamericanos. El hecho de que en Argentina se produjera un proceso de destitución del Ejecutivo bajo la consigna de “que se vayan todos” guarda muchas similitudes con lo que está pasando ahora en España.

¿Es Podemos un nuevo partido político o un grupo de acción que aprovecha la lógica de partidos para incidir en las decisiones de Estado?

No es un partido en el sentido tradicional del término porque no hay unos estatutos de partido, no hay una lógica vertical de partido y no hay un órgano ideológico que vele por la doctrina o por determinados planteamientos ideológicos. Hablar de partido me resulta demasiado perturbador y exagerado. La novedad que introduce Podemos es que acepta el juego institucional, acepta las reglas del juego de tener que presentarse a unas elecciones, en este caso europeas, y lo hace como un partido político. Sin embargo, no quiere desnaturalizarse hasta tal punto de perder la relación con los movimientos sociales.

Aun así, el hecho de que Podemos acepte adentrarse en el sistema representativo con una figura de liderazgo claro como es Pablo Iglesias contrasta con la forma asamblearia en la que funcionan los círculos.  

Ése es uno de los desafíos de Podemos. Pero simplemente el hecho de plantear que existe esa tensión significa alejarse de la dialéctica de los partidos tradicionales. Un partido tradicional no habría hecho primarias antes de las elecciones europeas ni habría conformado su programa electoral a través de las enmiendas de los círculos, es decir, de las propuestas ciudadanas. Participar en la lógica representativa significa que quieres cambiar las cosas también sabiendo que no se pueden modificar al margen del Estado. Y este ente no es simplemente un aparato de dominación o un dispositivo disciplinario, es un campo de juego mucho más flexible donde se puede alterar la realidad utilizando las herramientas adecuadas. Si se piensa que el Estado es por sí mismo quebrador de toda voluntad de transformación o ruptura, no se estará nunca conforme a lo que pueda ofrecer Podemos.

El aprovechar procesos electivos para organizar una mayoría social como fuerza política lleva consigo la definición de una ideología. En el caso de Podemos, está claro que se trata de una izquierda pero con cambios discursivos e institucionales ¿Cómo describiría la izquierda de Podemos?

Hay que precisar que muchas veces se utiliza la palabra izquierda sin saber qué queremos decir con ella, es más bien un mantra o un cliché. Cuando el PSOE habla de izquierda no sé a qué tipo de izquierda se refiere. Sin embargo, es una palabra que conecta e interpela a parte de sus votantes. Izquierda y derecha se han convertido en España en marcas de identificación sin ningún contenido detrás. Se enlazan a dimensiones emocionales y son parte del escenario que reproduce el bipartidismo de la Transición. En Podemos creemos que es mucho más importante dotar de contenidos concretos a la izquierda que utilizar la palabra como un mantra sin ningún significado detrás. Si izquierda es lo que ha hecho el Partido Socialista (PSOE) o incluso Izquierda Unida (IU) en las últimas décadas debemos reflexionar. Hay que tratar de pensar qué es izquierda. Eso es un debate de gran complejidad y que confunde más que ilustra en una coyuntura como la actual, de extrema necesidad, donde mucha gente no necesita tanto sentirse como una identidad de izquierdas sino transformar la realidad.

Aunque la mayoría de gente de Podemos procede de la tradición izquierdista, y muchos de IU, creemos que es más importante empezar a hablar con un lenguaje simple y llevarlo a una tradición emancipatoria que dar por presupuesto que somos de izquierdas. Lo que está ocurriendo en la realidad española pasa por una dimensión transversal que poco tiene que ver con las identidades de otras épocas. Por ejemplo, hay mucha gente que es anticapitalista sin elaborarlo conscientemente pero se une en mareas, herederas del 15M, por la situación de crisis que atraviesa y estas organizaciones no dejan de ser contrarias al funcionamiento del sistema capitalista.

Pero es sabido que en Podemos hay gente de una izquierda definida, como es la anticapitalista, y otras muchas sensibilidades que se aúnan bajo un mismo paraguas ¿Puede llegar a ser contraproducente esta heterogeneidad para la identificación que busquen los votantes?

Que haya sensibilidades diferentes en Podemos es síntoma de pluralidad y de salud democrática. Cualquier proceso político de constitución de una mayoría social tiene que jugar con esa ambivalencia. El tipo de representación de Pablo Iglesias es también muy singular. Hace tres años con la entrada en escena del 15M se enfatizaba mucho la cuestión de la política del anonimato, es decir, que la política tiene que ver con la despersonalización. Sin embargo, lo que ha pasado en España en el último año es que se ha producido una emergencia de la personalización con figuras como Iglesias o Ada Colau. Representan a la gente de otra forma generando una identificación muy cercana. La gente ahora necesita identificarse con alguien.

¿Podemos está reformulando la forma en la que se concibe la política en España al ser un grupo heredero del movimiento 15M y sus posteriores mareas ciudadanas?

Podemos promueve una política que no se produzca de espaldas a la ciudadanía. Pretende generar mecanismos y condiciones de posibilidad para la democracia. El grito más importante del 15M era “Democracia Real Ya”, y eso significaba que la democracia en la que estábamos viviendo era puramente formal o abstracta. Para que la gente pueda ejercer la democracia debe tener unas necesidades cubiertas, un espacio donde pueda realizarse sin incomodidades profundas. De todas formas, ha sido mérito del 15M y no de Podemos el despertar político de la ciudadanía española. La experiencia política más importante de la España contemporánea ha sido el 15M.

¿Y con qué objetivo representa Podemos todo ese esfuerzo del 15M?

Pensar que Podemos puede representar al 15M es de una soberbia no de recibo. Sería más proporcionar una herramienta, como es una candidatura, al 15M porque éste es un movimiento social y, en consecuencia, irrepresentable por definición. Sin duda, lo que va a marcar un antes y un después en la historia española es la aparición del 15M porque inauguró un espacio dentro de la sociedad civil que ampliaba el campo de batalla político. Ha agrandado mucho el espacio de lo que entendemos por política en España y ha llevado a gente nueva a la escena política. Y sobre todo ha sido un movimiento que no ha sido comprendido por los partidos tradicionales. De ahí, nuestro interés por recoger su proyecto político que fue mucho más que una indignación.

Podemos se presenta a las elecciones al Parlamento europeo del próximo 25 de mayo aprovechando este escenario para hacer su primera irrupción institucional ¿Qué pasaría si el grupo se queda sin ningún escaño?

No se puede negar que sería una decepción. No conseguir al menos un diputado sería un problema. Dicho esto, el trabajo que se ha realizado durante estos meses va a redundar en favor de otra cosa que pudiera salir. Si Podemos fracasa, que esperemos que no, el trabajo que se está haciendo no cae en saco roto. El hecho de que mucha gente haya llegado a los círculos, que se esté produciendo una politización de la vida pública y que la gente se sienta interpelada a decir su opinión en política es muy importante si tenemos en cuenta el desierto del que venimos en el que el ambiente estaba totalmente despolitizado.