En el PP últimamente andan metidos a críticos de cine. Yo no entiendo bien por qué, porque mira que son malos haciendo guiones. Se han montado una película con el... el nota este... ¿cómo se llama? Ah, sí, el Bonilla, como el de los bares. Total, que si el protagonista primero tenía la licenciatura de Derecho, que si un máster, que si luego no tenía Derecho acabado, que si luego ni era abogado ni na, que si ahora tiene un grado (las licenciaturas de ahora) en Protocolo y Organización de eventos... ¿eso qué eeee..., mare mía? Que tenga estudios o no, no dice mucho en sí del candidato. Queda feo que no tenga na estudiao, pero no es garantía de nada. El caso es que los guionistas son un poco de película mala... aunque si es por malos, no me extraña, porque hay que ser ciertamente un poco capullos para pasarse por donde la ingle pierde su nombre la Ley de la Dependencia (¡y tantas otras cosas!), con el pretexto de que “siempre ha habido cojos y no pasaba nada”, frase escuchada por este servidor a una de ellos.
El hasta ahora secretario de estado Bonilla es un gran defensor de los recortes, necesarios, dice, para hacer sostenible el estado del bienestar, que, a la luz de tales recortes, será bienestar para los secretarios de estado y sus amigotes. Amigotes como los de la patronal en Andalucía, que, según el siempre ecuánime ABC están súper contentos, los gachones. Gachones como los del PP, que abren botellas de champán (deberían abrir cava, porque el muchacho es de Barcelona, pero ya saben ustedes como es el nacionalismo españolista) por el exlicenciado en Derecho (¿se puede ser exlicenciado en algo?), que “conoce muy bien el PP andaluz”, que ha dicho alguien por ahí. Y ahí es donde los quiera ver yo: ¿y qué pasa con conocer muy bien Andalucía?
Este extitulado en Derecho y nuevo titulado en Organización de Eventos recortó 314 millones de euros de la Ley de Dependencia en Andalucía, al estilo de Rajoy elude contestar a preguntas de gran interés para la ciudadanía como qué opina de la ley del aborto de su coleguilla Gallardón, aboga por que la educación y la sanidad vuelvan a manos del Gobierno central y cree firmemente en la gestión privada. Estas cosas no las digo yo. Las dice el propio Moreno Bonilla, un protegido de Javier Arenas y Rajoy, que llega a Andalucía invitado por Madrid y recibido por los popularistas (otro día me paro a explicar por qué no debemos usar populares) andaluces como quien recibe a marines esperando poder limpiarles la mesa y ponerles el mantel.
Esperemos una nueva versión del guión de la web de las Cortes, a ver qué dice; a lo mejor le otorgan un doctorado en conocimiento del pueblo andaluz. Ah, no, que me dicen desde la plaza del Punto en Huelva y la calle San Fernando en Sevilla que “sus abuelos fueron jornaleros”. Pueblo mío, estás salvado, llego el mesías.
*Ígor R. Iglesias es lingüista y humanista