Para quienes piensan que la llamada “Memoria Histórica” es cosa del pasado, lo que está a punto de ocurrir en Brunete debería suponer un ejemplo perfecto de que las batallas en torno a la Memoria se producen en la actualidad, a varias bandas.

Por una parte los familiares, invisibles aun hoy en día y los llamados “memorialistas”; contra ellos siguen tanto la derecha que nunca se desnazificó en España como buena parte de cargos públicos que usan sus atribuciones para su venganza personal y el asalto frontal a la Historia y a los Honores, que ha elegido Brunete para la siguiente batalla. La ha elegido alguien sibilino y manipulador para dar cobertura a una estafa histórica que perpetuará la mentira que el franquismo puso en pie sobre escenarios históricos como aquel destrozado Brunete, famoso en todo el mundo por las imágenes de su plaza destruida y los soldados deambulando heridos por entre sus ruinas.

Esa es la imagen de Brunete que nos asalta cada vez que pensamos en aquello, igual que sucede con otros pueblos como Belchite, Corbera de Ebro, Viver, etc. Es muy lógico que Belchite o Corbera de Ebro sean objeto de protección no solo como BIC, sino como Lugares de la Memoria porque se han conservado con el aspecto que tuvieron cuando se produjo el suceso bélico que los hizo célebres. Allí, sus visitantes no pueden evitar trasladarse a los tiempos en que se desarrollaba el hecho que se quiere recordar.

Sin embargo, en Viver, también martirizado por el franquismo en su intento de tomar Valencia el verano de 1938, se puede pasar por su plaza principal, totalmente reconstruida cuando lo fue Brunete, y salir de ella sin tener ni idea de aquella batalla que ganó la República. Es más, la acción del franquismo en Viver destruyó su idiosincrasia arquitectónica imponiendo un estilo que más bien traslada al visitante al País Vasco; la acción del Plan de Regiones Devastadas más bien contribuyó a la desorientación histórica en muchos de aquellos pueblos.

Brunete se reconstruyó con el mismo plan, un remedo a la española del Plan Marshall con un resultado muy parecido al de Viver, solo que aquí el franquismo entró a saco en la Memoria y asesinó también el recuerdo original llenando los espacios históricos con placas, escudos y menciones honoríficas a mayor gloria de sí mismo.

Esas placas no conocieron la batalla; no formaban parte del conjunto cuando se produjo el hecho histórico que le da relevancia, sino que son añadidos posteriores que lo tergiversan todo porque allí el valor y el heroísmo no fueron patrimonio de los sublevados como quieren dar a entender sus placas autocomplacientes.

Desde nuestra experiencia nos llama la atención que de motu propio el PP tenga una iniciativa aparentemente beneficiosa para un Lugar de la Memoria como Brunete; primero, porque tras su reconstrucción, en Brunete sucede lo mismo que en Viver: nada evoca el hecho histórico más allá del propio nombre; no hay ruinas, ni huellas de disparos ni signo alguno que de fe de que en aquella plaza y en sus calles hubo una gran batalla.

¿Por qué entonces esa iniciativa? Para mí lo que se pretende es blindar no el hecho histórico en sí, sino la enorme estafa histórica que el franquismo puso en pie sobre aquellas ruinas. Saben que la ley de la Memoria condena escudos franquistas y placas en honor de personajes y conceptos anticonstitucionales; el artículo 15 dice claramente que las Autoridades retirarán todo escudo, insignia, placa o mención honorífica que públicamente ensalce la dictadura, la violencia o a quienes la encarnaban.

En Brunete se quiere proteger algo que a mi entender no tiene ni antigüedad ni entidad cultural suficientes para considerarse BIC; el PP pretende otorgar ese carácter a una obra de rehabilitación sin más mérito arquitectónico que cualquier plaza de cualquier pueblo, colando de rondón unas placas y escudos anticonstitucionales que algún día alguien retirará por dignidad democrática, momento en que de nuevo el PP saldrá en su defensa alegando su carácter de BIC.

Tampoco aquí caben buenismos ni pánfilas equidistancias; se trata de una burla hacia la Historia y la Arqueología para blindar en un futuro el escenario franquista en Brunete, una gran estafa dirigida a desorientar a las generaciones futuras y ocultar lo que realmente pasó en aquella plaza, germen de futuros problemas.

Matías Alonso Blasco es coordinador del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica