El viejo aserto de “perro no come perro” se ha aplicado desde tiempo inmemorial a las relaciones corporativistas en el mundillo periodístico. De un tiempo a esta parte, la soterrada guerra de cabeceras ha dado paso al enfrentamiento público y notorio entre los profesionales. Las tertulias constituyen un fiel reflejo de esta deriva. La crispación entre destacados periodistas de El Mundo y ABC es evidente. Comenzó hace unos meses con el enfrentamiento cruento entre los directores de estos dos diarios, Pedro J. Ramírez y Bieito Rubido, respectivamente, con cruce de descalificaciones de “mamporrero” y “calumniador”. Hace unos días, vivimos otro fuerte choque entre Eduardo Inda (El Mundo) y Javier Chicote (ABC) en el debate de La Sexta Noche (atención especial a los minutos 9:45-13:30 y 29:49-30:40).

En el trasfondo de esta pelea de gallos queda el desprestigio de la profesión. Entre el griterío y las invectivas subyace una forma de entender el periodismo desde el atrincheramiento y el sectarismo, desde el encastillamiento ideológico y la inobservancia de la debida neutralidad informativa. El fin de esta maravillosa ocupación debería ser dar cuenta de los acontecimientos y explicar sus causas y sus consecuencias sin preocuparse a quién perjudica o beneficia. Si se actuara con honestidad y se apostara por la veracidad, otro gallo nos cantaría. Son muchos los estamentos (no sólo los políticos) que no gozan de la confianza de la ciudadanía.


* Miguel Ángel Vázquez es periodista y portavoz del Gobierno andaluz