Era un día clave para el consumo de televisión en Cataluña. No era sólo la Diada, era el día en el que cientos de miles de catalanes se habían citado en la calle, y otros tantos millones querían ver qué sucedía. El liderazgo de las 'teles' estaba claro, iba a ser para la televisión autonómica, TV3, pero el desastre de la televisión pública, TVE, en esa comunidad en un día tan importante debe llamar la atención a sus directivos y a los 'jefes' de sus directivos.

Un ridículo 4.4% en un día clave
Y es que TVE se hundió ayer en Cataluña hasta ocupar un paupérrimo sexto en la carrera de las audiencias, por detrás de todas las televisiones nacionales, por supuesto de la autonómica, TV3..., e incluso por detrás de la televisión del Grupo Godó, una televisión regional, 8tv.

Los datos fríos son estos: TV3 lideró el día con 24,1%; Tele5, quedó en segundo lugar con un share del 7.7%; el tercer lugar fue para A3 7,6%. También las televisiones generalistas de 'segunda marca', La Sexta, con un 5,2%, y Cuatrom con un 5%, adelantan claramente a la televisión pública. Pero es que incluso 8tv, que tuvo un 4,7% de audiencias superó a La1, que se quedó en un casi ridículo 4,4%.

Cataluña se independiza de TVE
Ese 4,4% de share tuvo momentos aún más increibles, como en La Mañana de Mariló Montero, donde el share de TVE es propio de alguna de las cadenas testimoniales, pues no llegó ni al 3%. El Informativo territorial se quedó en el 4.4%. Y los telediarios, aunque tras lo que sucedió hace un año, cuando intentaron ocultar la gran manifestación, dieron el relieve debido a la noticia, no lograron sino unos muy pobres 7,2% de share a las 15 horas, y un aún más pobre 6,1% de la segunda edición, el TD2.

Más allá de los números, lo que esta situación deja claro es la incapacidad de TVE para cumplir con uno de sus papeles, vertebrar el Estado. La percepción que se ha creado en toda España de que TVE es la televisión del PP, y que está detrás en buena medida del hundimiento de sus audiencias, en especial en lo referido a los informativos, es especialmente acusada en Cataluña. Con las consecuencias que, evidentemente, tiene para la promoción de una imagen no nacionalista en la Comunidad catalana.