El verano está a punto de echar el cierre hasta el próximo año y esta vez parece que nos ha dejado muchas tertulias acaloradas en referencia a la actualidad política. A pesar de que nuestro Gobierno ha intentado hacer todo lo posible para que dejásemos de hablar de Bárcenas –con conflicto en Gibraltar incluido- los famosos sobres ya han sido objeto hasta de chistes (prácticamente nada queda fuera del ideario español para reírnos de las desgracias).

Tampoco se ha dejado de hablar de los ERES de Andalucía y a la espera estamos de ver qué acontece cuando comience el curso político: imputaciones, datos, responsabilidades.

No tienen nada que ver un caso con el otro, pero sea como fuere, cada cual lanza como manzana de la discordia cualquiera de los ejemplos de corrupción entrando en un bucle absurdo.

Las dimensiones de la trama Gürtel no son comparables a los casos de los Eres de  Andalucía; tampoco es comparable la actitud de unos frente a la de otros. Pero en mi opinión la justicia deberá hacer su labor en ambos, depurar responsabilidades y actuar con transparencia e independencia para que delinca quien delinca no nos tomen el pelo a los ciudadanos. La corrupción es una lacra generalizada y como podrá comprender quien lea estas líneas, nada nos duele más a los militantes de un partido que nuestras propias siglas se puedan ver manchadas o puestas en duda. Precisamente por eso los socialistas apelamos a que la justicia actúe cuanto antes, con todo el rigor que un Estado de Derecho debe aplicar: caiga quien caiga, pero sobre todo garantizando que hasta que no se demuestre lo contrario, rige y ha de regir el principio de inocencia. (Aplíquense el cuento los medios de comunicación, porque tanto en un asunto como en el otro sería prudente informar con hechos probados y no con meras sospechas; entre todos construimos la credibilidad de nuestras instituciones y nuestros representantes y no es justo cargar las tintas contra una generalidad de personas que en muchos casos no tienen responsabilidad y no merecen que la más mínima sospecha se cierna sobre ellos. Eso sí, cuando se dicte sentencia, hagan uso de su derecho y obligación de informar al ciudadano con datos veraces, desnudos de opiniones intencionadas que busquen el beneplácito de esferas “superiores”. Informen y dejen que la ciudadanía se conforme su propia opinión. Saldremos ganando todos.)

A pesar de conocer todos los límites del respeto, de la intimidad, de la falta de pruebas para acusar a alguien de algo, siempre resulta más sencillo dejarse llevar y alimentar un odio exagerado contra quien sea. Ahora tocan las personas que se dedican a la política. Y no se atiende a razones: seguimos con la cantinela del “todos son iguales” simplificando y denostando cualquier intento de hacer las cosas de manera correcta y coherente.

Si entre todos nos esforzásemos por reconocer y respetar los límites del respeto, saldríamos ganando como sociedad.

Estos días se ha visto de nuevo cómo el odio sin sentido ha sobrepasado los límites de la básica humanidad que debería tener todo ciudadano. El accidente de tráfico de Cristina Cifuentes, delegada del Gobierno en Madrid, ha dejado salir lo peor de muchos que deberían sentir un poco de vergüenza por sus comentarios.

Los políticos, ante todo son (o somos) personas. Y si bien nuestra dedicación hace que dediquemos la mayor parte de nuestro tiempo y energía a nuestra labor, no dejamos por ello de ser ciudadanos. El hecho de que una persona tenga un accidente de tráfico sirva para cargar las tintas de manera cruel –incluso a través de medios de comunicación- es muestra de la falta de civismo y humanidad a la que estamos llegando como sociedad.

Se critica que esta señora esté siendo atendida en un centro sanitario público. Y yo quisiera preguntar: ¿A caso cuando se tiene un accidente de este tipo se le pregunta a la persona dónde quiere que se le ingrese? Cualquier persona que necesite ser atendida en condiciones como las que han tenido lugar en este accidente será trasladada inmediatamente a un centro público, por tratarse de una emergencia. Y allí se atenderá a cualquier persona en igualdad de condiciones. Afortunadamente tenemos un sistema que garantiza que esto sea así a pesar de que precisamente gobiernos como el que tenemos en la Comunidad de Madrid estén haciendo todo lo posible por desmantelar la Sanidad Pública. La batalla lleva tiempo dándose en las calles, donde mareas blancas defienden lo que es de todos. También de Cristina Cifuentes, aunque el Gobierno  al que ella pertenece quiera terminar con estas garantías.

Yo personalmente me alegro de que esta dirigente popular esté atendida por los médicos que pagamos entre todos, en un hospital que sobrevive a pesar de los recortes. Y lucho porque tanto ella como cualquiera sea atendido de la mejor manera posible. Espero su pronta recuperación. Ante todo soy humana. Y espero que cuando vuelva a su día a día recuerde lo bien que fue atendida en nuestro hospital público, por nuestro personal sanitario, médicos, enfermeras y demás trabajadores que le cuidaron y le atendieron como a cualquier persona: con la excelencia que sólo lo público puede garantizar. Tanto a la Delegada de Gobierno como al ciudadano “sin papeles”. Invito a la señora Cifuentes cuando se recupere a que defienda a quienes le cuidan, que somos todos y de manera especial a través de la Sanidad Pública a pesar de los recortes que promueve su partido. Seguro que ahora le sobran razones para hacerlo, por si tenía dudas.

Beatriz Talegón es secretaria general de la Unión Internacional de Jóvenes Socialistas
@BeatrizTalegon