Olli Rehn está de vacaciones. Este mes no trabaja, pero cobra, como no podía ser de otra manera. 23.000 euros, más 900 euros de dietas y un plus del 15% por alojamiento. Aunque la tabla salarial no lo deja claro, sí se entrevé que también tenga extra de verano, y no me refiero al Cupón de la ONCE, porque eso de prorratear pagas queda muy feo para todo un vicepresidente de la Comisión Europea.

Con semejante paguita, este finlandés blanco como la porcelana quizá se haya planteado pasar unos días de asueto en España, uniéndose a la tendencia de volver a veranear entre íberos, que ni sienten ni padecen, no como esos locos primitivos de Egipto y Túnez. Quizá sus pintas de guiri le hayan delatado y, sólo quizás, le hayan clavado 20 euros por una jarra de sangría. Y por mucho que uno cobre, 20 euros por vino y fruta le duelen a cualquiera.

Así que nuestro Olli Rehn vacacional, ni corto ni perezoso, decide sacar su iPad, pagado con nuestros impuestos, y excretar una entrada en su blog bramando contra los altos sueldos de los españoles, que se sacan de timar a los sufridos europeos del norte. Carga contra el sueldo del camarero que sirve las sangrías durante 10 horas cada jornada con un contrato de cuatro horas diarias. Contra el de la limpiadora de su habitación de hotel, con dos carreras y que le habla en inglés porque disfrutó de una beca de verano en Londres que ya no existe. Y contra el de la recepcionista con contrato temporal, que espera ayudar a sus padres a pagar los más de 2.000 euros que este año costará su carrera.

Olli Rehn sale presto a apoyar la última ocurrencia de sus amigos del FMI y sentencia: Los españoles tienen que bajarse otro 10% el sueldo. Y añade, como si no fuera con él, que "los actores que lo rechacen cargarían sobre sus hombros con una enorme responsabilidad nacional por los costes sociales y humanos".

¡Qué paradoja! Estos troikianos son como los maltratadores porque en realidad son ellos quienes vienen luego a decirnos, como en Grecia, que lo sienten, que igual se pasaron con sus medidas y que nos quieren mucho. Pero a la semana llegan torcidos y nos sueltan otro bofetón porque sí.

Mientras, en España, el Gobierno sale a rasgarse las vestiduras y a rechazar semejante recorte. Lo tienen fácil, no pueden devaluar la moneda ni bajar un 10% el sueldo a los trabajadores, excepto a funcionarios y empleados públicos. La pelota está en el tejado de los sindicatos, y ninguno de ellos estaría dispuesto a suicidarse con tal medida.

Pero todo esto no significa que no vaya a pasar. La bajada de sueldos es una gota malaya que va calando mientras siga habiendo más del 25% de parados, los precios sigan subiendo y las administraciones sigan fomentado el empleo precario e impongan reformas laborales que favorecen la reducción salarial…

En 2012, un 40% de los trabajadores se congelaron el sueldo y el 92% que firmó convenio colectivo lo hizo con aumentos por debajo del 1,5%, mientras que los precios subían un 1,7%. Y en 2013 no estamos mejor: más de un tercio ya han aceptado congelar o reducir su sueldo un 2,4% de media. Sólo un 8% de los trabajadores ganará poder adquisitivo con su nuevo convenio.

El objetivo, como siempre, es ser competitivos, bajo la máxima de que este valor sagrado crece cuanto más bajan los salarios. Pero resulta que según el último ranking de competitividad del World Economic Forum el país más competitivo es Suiza, que tiene el cuarto salario más elevado del mundo.

Por cierto, en dicho ranking de competitividad, Finlandia, país de origen de nuestro querido vicepresidente europeo, está en tercer lugar y según la OIT es uno de los diez países donde más se cobra de media. Más le valdría al señor Rehn bajarse él su sueldazo, a ver si su país natal sube en el pódium.

Marcos Paradinas es redactor jefe de ELPLURAL.COM
Blog El Día de la Marmota
En Twitter es @mparadinas