La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, junto al portavoz en el Congreso, Alfonso Alonso. EFE



El viernes, la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, alabó la intervención de Rajoy en el Parlamento porque, según dijo, trae “estabilidad política”, sin embargo, la insatisfacción dejada por las explicaciones del presidente del Gobierno en los grupos de la oposición y, también en los ciudadanos, como muestran las encuestas, evidencian de que nada ha cambiado y es el extesorero del partido Luis Bárcenas, quien sigue marcando los tiempos del Ejecutivo.

Las declaraciones de Cospedal y Arenas
Según apunta este domingo El País, que cita fuentes del PP, la sombra de Bárcenas sigue extendida sobre el partido y la dura realidad es que los días 13 y 14 de agosto declararán como testigos María Dolores de Cospedal y Javier Arenas. Después, en la segunda quincena del mes los populares tendrán que seguirse defendiendo de las graves acusaciones del caso Bárcenas en la Diputación Permanente del Congreso.

La amenaza de una moción
¿Qué ha cambiado para Rajoy, para el propio Gobierno y el PP tras la intervención del presidente? El líder de la oposición, Alfredo Pérez Rubalcaba ha advertido de que la moción de censura sigue siendo una posibilidad, y el resto de los partidos políticos, que casi en su totalidad, salvo la excepción de CiU, pidieron la dimisión de Rajoy, continuarán con su ofensiva parlamentaria.

Las miradas del PP, hacia Soto del Real
Lo cierto es que el Gobierno y Génova tienen puesto los ojos sobre Soto del Real y lo que pueda seguir contando el hombre que llevó asuntos económicos del partido durante más de dos décadas. El extesorero que con su poder consiguió que el presidente del Gobierno le siguiera enviando mensajes de apoyo, aun después de conocerse que tenía cuentas millonarias de dudosa procedencia en Suiza y defraudaba a Hacienda.

La credibilidad de Rajoy, por los suelos
La credibilidad del jefe del Gobierno, tras sus seguidos incumplimientos electorales en cuanto a impuestos, recortes sociales y otros, está por los suelos y su intervención el 1 de agosto en el Parlamento no ha arreglado esto.

La rebelión de los barones populares
El presidente que cuenta con la mayoría absoluta más abrumadora tiene que hacer frente al gran escándalo Bárcenas, en el que tiene responsabilidad, cuanto menos política; a la crisis económica que, a pesar de los brotes verdes vendidos por su Gobierno, no tiene visos de remitir por el momento; y, además, a la resistencia de algunos de sus propios barones a entrar por el aro de su política territorial, entre ellos Monago, en Extremadura, y el sucesor de Esperanza Aguirre, como ya pudo percibirse en el último Consejo de Política Fiscal y Financiera. La Comunidad de Madrid será un hueso duro de roer en las próximas negociaciones sobre el sistema de financiación autonómica, que hay que renovar el año próximo. De “estabilidad política”, poco, por más que la vicepresidenta pretende convencer de lo contrario.