Aquí no hay brotes verdes que valgan ni luz al final del túnel, mientras la parsimonia y la templanza (pachorra e ineptitud en realidad) de quien preside el Gobierno de España, nos mantengan en esa oscura gruta que no avanza hacia afuera sino hacia abajo, donde todo son tinieblas.

Señor Presidente:

Como no quiero ser descortés, al escribir esta carta no pondré mi empeño en manifestar el respeto que usted me inspira sino el que protocolariamente le corresponde por ser el presidente de Gobierno del país donde nací, donde vivo y donde pago –con subjetiva sensación de expolio– unos impuestos que hacen justicia a la etimología del verbo imponer (impuesto es su participio) en lo que a castigar, sancionar, obligar y escarmentar respecta.

He decidido escribirle debido a la situación de descontrol que padecemos tras perder un rumbo que no se si algún día tuvimos, al menos siendo usted presidente. No me andaré con rodeos y voy a pedirle de entrada (tómelo como un consejo, por favor) que dimita y convoque elecciones anticipadas, no sin antes promulgar un decreto ley (algo que, al menos, me consta que sabe hacer por la mayoría absoluta que detenta) en beneficio de la democracia y de los españoles.

Redundaré en este decreto al final de mi escrito, pero antes, quiero decirle que sus promesas electorales han sido un fiasco para quienes le creyeron, votaron y ahora sufren la exasperante pasividad con que gobierna. La política económica de su equipo, señor Rajoy, no ha dado resultados satisfactoria. El paro ha alcanzado unas cotas altamente alarmantes y aunque sus ministros den muestras de un inapropiado optimismo, las medidas de austeridad que nos han impuesto, han devenido en fracaso.

No van a surgir brotes verdes ni veremos luz ninguna al final del túnel, mientras su parsimonia y templanza (pachorra e ineptitud en realidad) nos mantengan en esa oscura gruta que avanza hacia abajo, donde todo son tinieblas, y no hacia un exterior pletórico de luz y de esperanza.

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