Esperanza Aguirre consuela a la consejera de Educación, Lucía Figar, cuando se despidió de la presidencia de la Comunidad de Madrid/ EFE-Archivo Aguirre consuela a la consejera de Educación, Lucía Figar, el día que anunció que dejaba la presidencia / EFE-Archivo



La Comunidad de Madrid filtró un documento para justificar cambios "arbitrarios" en los criterios para asignar las plazas de profesores interinos, según han denunciado los sindicatos, quienes insisten en que se trata de un documento "sesgado" y del que no han tenido conocimiento. Los datos en cualquier caso dejaban en muy mal lugar a los profesores interinos porque habrían fallado en cuestiones básicas que deben impartir a sus alumnos, como ortografía o por dónde pasan los ríos españoles, pero los sindicatos se han presentado como indefensos ante unos datos a los que no han tenido accesos y además en unas oposiciones en las que se denunciaron irregularidades.

Un documento que sí es accesible
El documento que sí es accesible es el que Esperanza Aguirre mandó a los profesores madrileños el 30 de agosto de 2011 para justificar recortes del Gobierno regional en el área de educación, y es que el conflicto con los profesores viene de largo. La entonces presidenta regional y todavía líder del PP de Madrid trataba de ofrecer en su misiva la imagen de unos profesores reticentes a trabajar 20 horas semanales, cuidándose muy mucho de diferenciar entre horas lectivas y complementarias incluidas en su trabajo (que sumaban 37,5 horas). También presentaba la petición de incrementar las horas lectivas -que en realidad encubría un recorte de interinos y una manera de cubrirlos con profesores de otras áreas, fueran su especialidad o no- como un intento de subir el nivel educativo.

"Repasar acentos", "contradicción y mala argumentación"
Pero a la presidenta del PP de Madrid le salió el tiro por la culata, y es que los docentes hicieron un éxamen público a la carta en la que salía muy mal parada. En apenas cinco párrafos, Aguirre cometía cuato faltas de ortografía y mostraba una floja redacción. , como las mayúsculas que sobraban y las tildes que faltaban. También subrayaban la "falta de exactitud" en la exposición de la expresidenta regional o su "contradicción y mala argumentación". "Repasar acentos, no es convincente, falta eficacia", apuntaban en la evaluación final.