La izquierda solo recuperará la confianza mayoritaria de la sociedad cuando esté en condiciones de ofrecer una respuesta a la crisis económica que resulte creíble y distinta del conservadurismo hegemónico. Condenar los abusos, denunciar las desigualdades y proteger a los más débiles forma parte de la identidad y de la responsabilidad de la izquierda, pero solo articulando un relato propio y global sobre las causas de la crisis y su solución obtendrá de nuevo el respaldo de las mayorías sociales.

El primer y gran obstáculo que se encuentra la izquierda en este camino es el la creencia extendida en torno a la inevitabilidad de la crisis y de las consiguientes políticas de ajuste. Pareciera como si la hecatombe sufrida en la economía europea se debiera a una especie de fenómeno natural ajeno a las responsabilidades humanas, y que los recortes brutales de los derechos ciudadanos figuraran en el vademecum económico como la única receta efectiva para salir del agujero. La propia izquierda gobernante ha colaborado de forma errónea en tal falacia.

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