Porque no es una cuestión solamente de la dureza de la afirmación. Si nos quedásemos en eso podríamos entender que eran unas palabras electoralistas destinadas a un auditorio definido que las recibiría con agrado y, sobre todo, en privado. Pero no es solo eso. Hace falta comprobar, sin lugar a dudas, si Romney se cree de verdad lo que dijo. Estaríamos entonces ante un político entregado, y eso que todavía no ha comenzado lo más duro de la campaña. Alguien que quiere ser presidente, más allá de los cálculos electorales que todos hacen, no puede pensar que será incapaz de convencer a cualquiera que se le ponga delante. Porque esa sensación se transmitirá como un virus a todos los recovecos de su maquinaría electoral, convirtiendo un equipo que trabaja para ganar en un grupo de personas que únicamente aspirarán a lograr un resultado digno, porque, como ha dicho su líder, la victoria es casi imposible.

"Mi trabajo no es ocuparme de esa gente", dijo Romney de los presuntos votantes fijos de Obama. Eso le ahorra usar en el próximo debate esa frase tan manoseada que habla de gobernar para todos. Una cosa menos. El republicano también se lució hace bien poco en los Juegos Olímpicos de Londres, provocando la ira de políticos y ciudadanos de la ciudad anfitriona. "Hay tres cosas que garantizan el éxito de unos Juegos: La primera son los atletas porque son la base de los Juegos. La segunda son los voluntarios y aquí tienen muy buenos voluntarios. Y la tercera es la gente del país. ¿Se unirán y celebrarán el momento olímpico? Eso es algo que sólo sabremos una vez que los Juegos empiecen". Y se quedó tan ancho Romney, largando la arenga en la propia cara de los londinenses mientras visitaba la ciudad antes de la gran inauguración. Luego pasó por Israel, en la misma gira, y sus palabras merecieron esta respuesta del presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmoud Abbas: “Todo lo que puedo decir es que ese hombre necesita mucha educación. No conoce la región, no conoce Israel, no conoce Palestina, y hablar de los palestinos como una cultura inferior es realmente una manifestación racista”. Su director de campaña debe haberse pasado directamente a la morfina.

Con Obama a poca distancia, cuando hay que dar el máximo y llega la hora en la que no se pueden cometer errores, Romney no sale de uno para meterse en otro. Puede que en sus meteduras de pata esté comenzando a fraguarse la definitiva victoria electoral del actual presidente de Estados Unidos, al que solo le falta un pequeño empujón para hacer caer de su lado dos o tres estados indecisos, Florida por ejemplo, y asegurarse cuatro años más, los últimos, como comandante en jefe.

Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin