Cristiano está triste, que tendrá Cristiano Ronaldo. El populismo barato de un columnista cualquiera se iría ahora por el camino de una teoría sencilla: ¿Se puede estar triste en lo “profesional” cuando uno se levanta diez millones de euros anuales en un país con cinco millones de parados? Parece ser que sí, y la demostración empírica es el portugués goleador del Real Madrid. Ahí lo dejo.

Parece una broma que todo un portento físico y futbolístico, de personalidad también, cómo Cristiano, pueda empequeñecerse ante hombres tan humildes y sencillos como Iniesta o Messi. Todo el mundo sabe, menos Aitor Karanka y algún que otro despistado, que Ronaldo no será el mejor jugador del mundo hasta que el pequeño argentino salga a jugar cojo. Incluso en ese supuesto, la mayoría tiene mejores candidatos al puesto. Para un ego superlativo como el del portugués esto es algo inasumible, y tras la frustración llega la búsqueda de culpables para su desgracia, porque evidentemente él no puede ser el causante de la incomprensión que  sufre entre gran parte de la hinchada, medios de comunicación y gente del fútbol en general. Los compañeros que no le apoyan, que no juegan para él, que no convierten un equipo de fútbol en una comparsa de diez tipos contratados para llevar a la gloria al elegido. De ahí esos golpes en el pecho tras los goles… ¡Yo! ¡Yo solo! Parece decir con el gesto, como Michel con el histórico “¡¡Me lo merezco!!”. Esto es el Real Cristiano Ronaldo Club de Fútbol, y sin mí no sería nada.

Poco ha ganado el Real Madrid con Ronaldo en sus filas. Poco para la pléyade de estrellas y de millones que puebla ese vestuario, con él a la cabeza. Menos galardones ha logrado en lo individual quien ahora se reivindica a través de su presunta tristeza. La ambición tiene tendencia a dibujarse con brocha gorda, y no hay nada más cierto que cada vez que Cristiano abre la boca suele producirse una subida considerable de la barra de pan. Está en mal sitio para aprender humildad. No parece su jefe el más indicado para enseñársela, aunque podría fijarse en la actitud de muchos en su propio equipo, y en el rival histórico. Casillas, Ramos, Xabi, Iniesta, Xavi… grandes carreras que pasarán a la historia, sin necesidad de impostados aspavientos ni melancolías que parecen destinadas  a ganar en los despachos lo que no se conquista en el campo, o en las galas de la UEFA.

Ion Antolín Llorente es periodista y blogger
En Twitter @ionantolin