Si Cristo los viera…
Según se desprende de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, la Iglesia católica tendría que estar al permanente servicio de los pobres y no poseer las inmensas riquezas que detenta mientras un solo hijo de Dios sufra privaciones. Sin embargo, la cruel realidad deja patente el apego del clero por el poder y las riquezas terrenales desde los orígenes de esta institución.

Recuerdo que hace años, en un viaje al Vaticano, alguien muy versado en las intrigas y chismes de ese minúsculo estado me informó de que las letras SCV de las matrículas de los coches de este curioso país hacen alusión a “Stato Città del Vaticano”, unas siglas que el ingenio de los romanos ha identificado con “Se Cristo Vedesse...(“Si Cristo lo Viera…”), como alusión a la fastuosa vida de muchos altos cargos del clero. La impresión que me causó contemplar docenas de ejecutivos vestidos con trajes de Armani, maletín de Vuitton asido por unas manos muy cuidadas, zapatos a medida y Rolex de oro en la muñeca, me inspiró la creación de un personaje, Monseñor Di Vallo, que muchos años después aparecería en mi novela El Legado de un Titán.

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