La semana pasada caía Julio Fernández Gayoso (80 años), copresidente de Nova Caixa Galicia después de que la Audiencia Nacional haya aceptado a trámite la denuncia presentada por Anticorrupción contra él y otros cuatro altos directivos por el cobro de unas millonarias indemnizaciones.

A continuación, perdió su puesto José Luis Méndez (mecenas de La Voz de Galicia y de numerosos políticos gallegos)  beneficiario de una millonaria jubilación de casi 16 millones de euros ya que un ciudadano de Baiona interpuso  una denuncia contra él y sus dos hijos. Estos señores (han dirigido durante 45 y 29 años las entidades gallegas)  son los máximos representantes del sector bancario de dicha Comunidad  siempre apoyados por el presidente Nuñez Feijóo.

Otro madurito, el multimillonario judío de 78 años, asesor de Netanyahu y ferviente opositor del pueblo palestino,  Sheldon Adelson   es el norteamericano que piensa construir Eurovegas cerca de Madrid o de Barcelona, siempre que el gobierno central y los autonómicos hagan las pertinentes “modificaciones legislativas” y que los bancos españoles les financien el proyecto.

Este individuo es conocido en su país por no querer pagar impuestos. “Su empresa paga sólo un 9,8% del impuesto de sociedades en EEUU gracias a que la mayoría de sus beneficios se genera en Asia. Los republicanos han bloqueado los intentos de Obama de poner fin a esta situación”, informaba Iñigo Saez de Ugarte en Zona Crítica.

Fíjense bien en el tamaño de golfería que eso supone. Estos señores no sólo quieren cambiar nuestras leyes para su propio beneficio sino que pretenden obtener créditos bancarios cuando los españoles no podemos acceder a ellos. Sencillamente es un escándalo de juzgado de guardia.

Adelson, financiador del ala más derechista del Partido Republicano  estadounidense  y acérrimo atacante de Obama, piensa reproducir en nuestras tierras  el paraíso del juego,  dinero negro, prostitución y negocios poco deseables. ¡Justo lo que necesita España! En lugar de invertir en investigación, nuestros políticos pierden los papeles por concederle al anciano Sheldon  todas sus reclamaciones (beneficios fiscales, tabaco) para acabar creando trabajos de dudosa rentabilidad económica  y de ninguna rentabilidad humana.

Y cerquita de donde Artur Mas estaría encantado de que le construyesen Eurovegas (¡más ladrillo!) vive Félix Millet de 77 años, un poco olvidado últimamente pero recuerden que fue acusado de corrupción por el Caso Palau junto a Jordi Montull. Estos veteranos catalanistas fueron acusados de falsedad documental y de apropiación indebida por el desvío de diez millones de euros de la entidad que al parecer fueron a parar a las arcas del principal partido de Catalunya. En lugar de pensar en más y mejores conciertos se dedicaron a  estudiar cómo desviar fondos de esta institución de gran prestigio de Barcelona. Más de 1,3 millones de  euros  fueron utilizados para realizar diversas obras en su casa de L'Ametlla del Vallès.  La mansión  ocupa prácticamente toda una montaña.  Millet pertenece a una de las grandes familias de la burguesía catalana.

En el momento de escribir estas líneas, la Fiscalía pide diez años y dos meses de prisión para los ex responsables del Palau de la Música Fèlix Millet y Jordi Montull por el presunto tráfico de influencias en la tramitación urbanística del Hotel que se quería construir junto al Palau. Con esa operación, Millet y Montull buscaban, según el fiscal, "un importante beneficio personal".

Y qué me dicen de la fotogénica Duquesa de Alba que no paga el IBI de sus palacios  como tampoco lo hace el Hotel Ritz de Madrid, el Palace, la sede del SGAE, las plazas de toros o la Embajada de Italia. Aunque sean edificios históricos, son de uso privado, entonces…

Y  acabamos nuestro recorrido semanal en la Comunidad Valenciana. Representantes ya maduros de la burguesía valenciana tienen un futuro más que incierto ya que su obra maestra, el Banco de Valencia, puede ser liquidado tal como proponía el comisario Almunia o bien vendido a través del FROB. En cualquier caso perderán el juguete al que han dejado escuálido y con un agujero  de 548 millones de euros.

Dicho Banco, que tuvo su mejor época en los años 20 y 30, financió numerosas empresas agrícolas, industrias exportadoras y electricidad hasta que entró en el mundo del ladrillo. José Luis Olivas y Domingo Parra fueron los padres del hundimiento. La última decisión desastrosa de Parra fue, cuando ya estaban más que asfixiados,  comprar la promotora de Eugenio Calabuig por 107 millones de euros cuando sus activos ascendían a diez millones.

Olivas y Parra están pendientes de una denuncia del FROB.  Dicho organismo presentó ante la Audiencia Nacional un informe  en el que se detallan operaciones cruzadas entre Aguas de Valencia y la inmobiliaria Costa Bellver, propiedad de Calabuig, de las que, supuestamente, saldría perjudicada la entidad financiera.

Eugenio Calabuig, presidente de Aguas de Valencia, en sustitución de Vicente Boluda, ha salido recientemente ofreciendo 50 millones de euros de  ayuda al Valencia (club de fútbol) para evitar la suspensión de pagos del equipo a través de su empresa: Fomento Urbano de Castellón.

Mientras tanto otro de estos maduritos que se resisten a jubilarse es Carlos Fabra, expresidente de la Diputación de Castellón. La última noticia respecto a él nos dice que el Consejo General del Poder Judicial abrirá un expediente de investigación sobre las presiones denunciadas por el juez instructor del Caso Fabra, Jacobo Pin, que ha acusado a la Audiencia de Castellón de “perturbar” su independencia y de presionar para que sobreseer  el caso.

Fabra, imputado por diversos delitos de cohecho, fraude fiscal o tráfico de influencias ha sabido escaquearse mejor que nadie de la justicia. En 2010 la Audiencia de Castellón declaró prescritos cinco delitos fiscales, sin embargo sigue imputado por los que se le culpó el 2011.

Los jueces que pasan por la zona caen pero Don Carlos sigue en la calle. Pertenece a una familia que ha tenido cinco presidentes de la Diputación y eso debe pesar. Desde 1818 detentan el poder y por lo tanto controlan a una sociedad que se ha dejado apabullar  por su caciquismo.

Mercè Rivas Torres es periodista y escritora