Grecia, desde que comenzó la crisis económica y financiera internacional, ha sido maltratada por los países más fuertes de Europa con un insoportable desdén o como si fuera un conejillo de Indias. El fantasma colonial ha reaparecido con la crisis. Las soberanías de la mayoría de Estados de la Unión Europea se han deshilachado una y otra vez. Grecia ha sido -hasta el momento- el país más castigado, porque, entre otras razones, es uno de los socios más débil y vulnerable de la UE.

La ley del embudo, no
No olvidan recordar con frecuencia los teóricos de esta situación tan grave, como la que vivimos, que el Gobierno griego de la época, hará unos cuatro años, engañó a la UE enviando unos importantes datos de los presupuestos generales del Estado inexactos o probablemente manipulados. Este hecho contribuyó a que Grecia tuviera que ponerse cara a la pared. Cayó el Gobierno, que por cierto era conservador, pero ningún otro país con datos escasamente sólidos - y los ha habido con abundancia- se ha visto tan acorralado como Grecia. No a la ley del embudo.

Unas elecciones significativas
Las elecciones de mañana son, en todo caso, muy relevantes y muy significativas. En lugar del Pasok, o Partido Socialista, el flanco de la izquierda se denomina Syrisa, capitaneado por un joven llamado Alexis Tsipras. Esto quiere decir, claro y raso, que la izquierda radical –que no es sinónimo ni de violencia ni de antidemocracia- ha surgido de pronto, fruto de una constante humillación colectiva, de unas drásticas medidas antisociales, orientadas a erosionar el Estado del Bienestar a la griega y de la prepotencia de Ángela Markel, especie de presidenta impuesta gracias a la potencia de Alemania y, ¡ojo! no por las urnas.

Tomen nota
La izquierda europea debería tomar nota de la irrupción de Syrisa, que puede incluso plantar cara al tradicional partido de la derecha, Nueva Democracia. Es ésta otra demostración de que el socialismo o la socialdemocracia han de reactivar, con diligencia y, naturalmente, con sensatez, sus doctrinas de siempre. Hay que modernizarlas, pero no modificarlas en demasía. Lo que hay que hacer es desarrollarlas en el escenario político, en la calle y en el día a día. O sea, hay que predicar con el ejemplo y no sólo con más o menos verborrea. La coherencia de los dirigentes, militantes y simpatizantes con los principios básicos del socialismo es algo imprescindible. ¡Suerte, Syrisa!

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM