El encuentro de Soraya con Lagarde no ha servido para apaciguar las aguas embravecidas del Mediterráneo. Los ríos de Manrique siguen su senda imparable hacia los mares de la peseta. Por mucho que se esfuerce Guindos en vender alegría para reparar los ánimos rotos a las puertas del tanatorio neoliberal; la presencia del difunto no invita a la risa de  familiares y allegados, apenados por la pérdida de sus seres queridos. La "buena noticia", en palabras de la derecha, simboliza el maquillaje que se ponen las feas para aparentar belleza y ocultar su naturaleza en las oscuras salas de la discoteca.

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