Abrumado y superado por la desastrosa situación financiera, ha optado el presidente Rajoy por esconderse de los ciudadanos y negar hasta el último minuto, a través de terceros, lo que ya todos daban por descontado: que España iba a pedir al Eurogrupo el rescate de sus bancos en apuros.

Decidido ya el rescate la tarde del sábado pasado (como ya se había anunciado en la prensa el viernes y negado de nuevo por el gobierno), el ministro De Guindos, excusando al presidente, ha insistido en que no es un rescate sino un préstamo en condiciones “extremadamente ventajosas” para afianzar el sistema bancario, que solo afectará a los bancos y que no tendrá consecuencias entre los ciudadanos. Como si la aportación desde Europa de 100.000 millones de euros no fuera a tener contrapartidas políticas, o sea, sociales y económicas.

Todo esto me parece una enorme falta de respeto hacia los ciudadanos, a los que o bien se nos toma por estúpidos incapaces de entender lo que ocurre, o bien se nos ningunea entendiendo que no tenemos nada que saber o decir.

En la rueda de prensa que el presidente Rajoy dio, por fin, este domingo, hizo bien patente esa falta de respeto: tras insistir en que “lo de ayer” (¿rescate? ¿línea de crédito? ¿préstamo? ¿ayuda?) es bueno para España y para Europa, ante la pregunta de por qué habían negado lo que era inminente que iba a pasar, se despachó con un “mire usted, estas cosas se hacen así”.

Supongo que, a partir de ahora, el Sr. Rajoy y su gobierno tendrán que cambiar su discurso y nos advertirán que dirán la verdad a los españoles casi siempre.

Jesús Pichel es filósofo