Muy malos momentos está pasando el presidente del Consejo del  Poder Judicial y Tribunal Supremo que se ve situado entre la desazón de plantearse dejar el cargo y la conciencia ética que empiezan a reclamarle desde distintos frentes. Probablemente el que la asociación Jueces para la Democracia o el Sindicato de Secretarios Judiciales le insten a que presente su dimisión  por respeto a los ciudadanos y sin más esperas, sea algo molesto pero que Dívar puede encontrar dentro de la normalidad.

La justicia del ciudadano católico Dívar
Otras voces en el ámbito cercano a sus profundas convicciones quizás sean más molestas para el jurista que hace gala de su religiosidad. Así ocurre con un artículo publicado ayer en la web de  Redes Cristianas, un movimiento que agrupa a más de 200 grupos, comunidades y movimientos católicos de base. Desde esa web, un teólogo y antiguo claretiano Benjamín Forcano, analiza el asunto de los viajes de Dívar y sus opiniones sobre que la cantidad discutida de18.654 euros “es una miseria” en un artículo titulado “La justicia del ciudadano católico Carlos Dívar” que empieza diciendo: “Muchos españoles cuestionamos al Sr. Carlos Dívar, presidente del Consejo del Poder General Judicial, como ciudadano y como católico”.

¿Comportamiento acorde con Jesús?
“Como católico, el Sr. Carlos Dívar proclama que 'sólo en amar a Cristo y hacerle amar, en vida coherente y cabal, se encuentra la única y verdadera justicia'. No entiendo si el amor a Cristo en coherencia cabal, del que habla el presidente, se refiere a sí mismo o lo aplica a otros”.  “Acaso se refiere en buena ortodoxia a las palabras de San Juan: 'Si alguno que posee bienes de la tierra ve a su hermano padecer necesidad y le cierra su corazón, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios” (…) Añade el comentarista de Redes Cristianas: ¿Señor Dívar, usted se cree un buen católico? ¿Cree estar cumpliendo como tal la única y verdadera justicia? ¿Ve acorde su comportamiento con la enseñanza de Jesús?

Grandes sacrificios
Duras palabras para Dívar que en cambio, en el número de abril de Mundo Cristiano ocupaba la portada con el título “un hombre de paz al frente del Poder Judicial”. Dívar explica en una entrevista  que cuando le propusieron el puesto “lo primero que me viene a la mente es la responsabilidad de aceptar el cargo que ciertamente es gravoso y que va a suponer un gran sacrificio. Aunque a estas alturas de mi vida, los grandes sacrificios no se ven como habitualmente los ve la gente, que los entiende como algo molesto… El sacrificio propiamente es hacer sagradas las cosas y yo procuro en cualquier ocasión hacer todo bien y poder hacer sagrada mi profesión, nada menos que la profesión de juez”.

Trabajo de muchas horas
La fe, explica Dívar en la misma entrevista, le aporta “nada menos que la paz”. “Todo lo que hago, desde la hora en que me levanto hasta el final, lo hago con buena voluntad, aplicando la ciencia que Dios me ha dado, la que tengo –soy un hombre normal- pero después de haber trabajado muchas horas a lo largo del día y de la noche, más horas de las que me debería corresponder por mi edad. A continuación, lo dejo todo en manos de Dios.”

Creencias, afiliaciones y partidos de fútbol
Carlos Dívar llego en septiembre del 2008 a su cargo de presidente del Consejo General del Poder Judicial “con humildad y prudencia en mi corazón”, según declaró aquel día. Sobre profundas convicciones religiosas comentaba mas recientemente, el pasado mes, a Mundo Cristiano: “No tengo que ocultar mi condición de creyente ni la de adorador nocturno, no tengo por qué ocultarlo como otras personas no ocultan su afiliación a este u otro partido o a su equipo de futbol”.

Ser creyente no es relevante
Esa opinión lleva a recordar lo expresado por  el presidente de la Conferencia Episcopal y cardenal arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, quien al hilo del nombramiento de Dívar, declaraba en unos desayunos de Europa Press con periodistas, que ser o no creyente, “no es una cualidad relevante” en una sociedad como la española añadiendo con sorna: “Es el deseo de todo obispo que todos los españoles sean tan católicos que eso no fuera noticia”.

“Dívar, el martirio de la coherencia”
Los comentarios en contra a cargo de algunos sectores por esta cualidad de profunda devoción del presidente, llevaron también a otras voces a defenderle vivamente: “Acoso socialista. Carlos Dívar o el martirio de la coherencia” titulaba en 2009 Libertad Digital en sus páginas de Iglesia refiriéndose a la discutida ley del aborto y al papel del presidente de los jueces y su voto particular. En opinión del autor, la izquierda “aún no ha digerido el nombramiento de este preclaro jurista. (…) Lo que les preocupa es que sea un devoto católico, devoto, sí, por eso de que hay que añadir un adjetivo a lo católico y que esté próximo al cardenal Rouco”.

En Tierra Santa
Dívar ha sido un habitual  peregrino a Tierra Santa donde ha viajado  una treintena de veces y también un seguidor incansable de Luis de Trelles, fundador en el siglo XIX de la Adoración Nocturna. Unos 35.000 adoradores de Jesús Sacramentado se reúnen cada mes en sus respectivas parroquias para rezar durante la noche. El presidente del CGPJ participa activamente en las actividades de la Fundación Luis de Trelles, desplazándose si es preciso a otras ciudades donde se realicen actos de esta entidad.

Acostumbrarse al mal permanente
En asuntos más terrenales, a la pregunta de Mundo Cristiano sobre si los cargos públicos implicados en casos de corrupción “no han olvidado que su misión es también ser ejemplares”, Dívar afirma que no se debe generalizar “hay personas concretas que han cometido determinadas infracciones, unas con implicaciones éticas y morales y otras jurídicas y delictivas”. (…) Más adelante y hablando ya de los valores que se destruyen, el presidente del CGPJ y del TS afirma: “El drama, como lo llamó Benedicto XVI en la misa de elección de pontífice, de la dictadura del relativismo donde todo es igual, la mentira que la verdad, lo bueno que lo malo, la luz que las tinieblas. No debemos vivir en esa situación, pero lo cierto es que nos acostumbramos. Y acostumbrarse al mal permanente es muy serio porque desaparece la capacidad de reacción. Con la moral, con la ética, pasa lo mismo”. Amén.