Del suspiro al respiro. El tándem Merkozy nos tenía a todos, especialmente los socios del sur de Europa, en un ay permanente. La victoria de François Hollande en las presidenciales francesas abre una puerta a la esperanza. Ha sido como un boca a boca (no como el de la foto) a un Viejo Continente agonizante. Merkel y su lugarteniente Sarkozy (segundón a la sombra de la canciller) son los adalides de las políticas de recortes y de la sacralización del déficit cero, una postura intransigente que nos estaba llevando a la ruina general y a la destrucción del estado del bienestar. Este dueto nos conducía por el camino de la destrucción de Europa por su miope visión ideológica. El papel gregario ante Berlín también ha jugado en su contra. Todo eso ha pesado a nuestros vecinos galos a la hora de coger su voto y se lo han hecho pagar a Sarkozy en las urnas. También lo vimos ayer en los comicios griegos: fracaso absoluto de los partidos que defendían la hoja de ruta neoliberal trazada por Bruselas (conservadores y socialistas) y se ha registrado un ascenso de los extremos del espectro político, de los partidos que defendían la insumisión a la guía perversa del directorio comunitario y una solución propia, incluso al margen de la Unión Europea.

El pensamiento único que imponía Merkel y que fielmente defendía Sarkozy ha fracasado. La llegada de Hollande al Elíseo supondrá un reequilibrio de una política económica que estrangula el crecimiento, que dispara el desempleo y que arruina la vida de las clases medias y trabajadoras. Sólo con reducción del gasto público no se sale la profunda recesión en la que vive Europa. Hace falta una estrategia de estímulo que nos saque del hoyo y que salve los derechos y las conquistas sociales conseguidos con tantos años de esfuerzo.

Si el socialista francés logra un cambio de rumbo, es decir, una suavización del calendario de consolidación fiscal, de camino rehabilitará a la UE ante la opinión pública. Tanto recorte con la firma de Merkel está provocando una profunda desafección ante el proyecto común europeo y un aumento del sentimiento nacionalista nacional jaleado por partidos de ultraderecha. Con Hollande, Europa toma aliento. Todos tomamos aliento. Merkozy nos tenían cogidos por el cuello como escenificó de manera caricaturesca el presidente del Eurogrupo, Jean Claude Juncker, con el ministro De Guindos. Una imagen vale más que mil palabras. Nos hemos liberado de ese yugo asfixiante.