Los ancianos tendrán que pagarse parte de sus medicamentos y ahora, las personas que tengan que someterse a tratamientos de diálisis o contra el cáncer y que vivan fuera de las ciudades tendrán que pagarse el traslado a los hospitales. ¿Con qué van a hacerlo? ¿Con pensiones de 500 euros? (Doce millones de personas viven con menos de 500 euros mensuales) Viudas o agricultores jubilados con pensiones exiguas que les mantienen al borde de la miseria van a tener que elegir entre la subsistencia básica y pagarse el taxi o la ambulancia para recibir lo que el PP acaba de considerar “no urgente”. Así se morirán antes, que ya ha dicho el FMI que vivimos demasiado. Lo mismo vale decir de los inmigrantes sin papeles a los que se les arrebatan derechos humanos básicos. Si no puedes pagar no comas, no te sanes, no te eduques, muérete. Y naturalmente, al mismo tiempo, bajan los salarios, bajan las pensiones, suben los impuestos (ahora sí, a cambio de nada) pero no de los ricos de verdad.

La política de derechas es inhumana. El neoliberalismo es una cultura del sufrimiento para la mayoría de la población. Me resulta repugnante ver a las personas del PP comunicando asépticamente medidas que implican dolor, empobrecimiento, miedo, inseguridad y vulnerabilidad para millones de personas sin que se les mueva un músculo sino, al contrario, plagando sus explicaciones de mentiras justificadoras que aún lo hacen más repugnante. Pretenden hacer pasar el sufrimiento por esperanza, no se puede ser más miserable.  La gente tiene que entender que esta avalancha de injusticia y de crueldad no es el resultado de una fenómeno natural inevitable, sino el resultado de una política planificada y ejecutada por los poderosos para expropiarnos; para hacerse ellos más y más ricos, para hacer negocio de todo lo que nos roban, de la sanidad, de la educación, de la posibilidad de tener servicios accesibles a la mayoría y sueldos dignos.

Mientras, Esperanza Aguirre tiene la desfachatez de decir que accionar el freno de emergencia de un metro parado como protesta por la subida del precio del mismo pone en riesgo la vida de los viajeros. En esa acción de protesta nadie corrió peligro. Imposibilitar el acceso a la sanidad y a servicios básicos pone en riesgo real la vida y la salud de cientos de miles o de millones de personas. La protesta no sólo es legítima sino que es necesaria. Y recordemos, además, que al mismo tiempo que nos empobrecen el PP está subido a una oleada represiva que pretende criminalizar cualquier protesta incluso la pacífica. No nos queda más que la insumisión, penada o no.

Beatriz Gimeno es escritora y expresidenta de la FELGT (Federación Española de Lesbianas, Gays y Transexuales)
http://beatrizgimeno.es