Con lo de solucionar no me refiero, como es lógico, a que vayamos a rectificar ninguna de estas decisiones, sino a que vamos a acabar con la contradicción entre lo prometimos y lo que hacemos. No es que este hecho nos provoque el mínimo cargo de conciencia, en absoluto, pero estarán conmigo en que resulta molesto que algunos medios de comunicación (afortunadamente cada vez menos) nos lo estén recordando día tras día. Por ello, el Gobierno en su Consejo de Ministros del pasado viernes tomó la trascendental decisión de pasarse por el forro el acuerdo que establecía que para elegir al presidente de RTVE se necesitaban dos tercios de los votos del Congreso.

Este acuerdo impedía elegir con impunidad al Urdaci de turno y, por lo tanto, suponía una cortapisa a las normales funciones de un Gobierno. Los estatutos de RTVE dejan claro que se trata de una televisión pública, y como tal debe estar al servicio del poder público, es decir, del gobierno legítimamente elegido en unas elecciones ganadas gracias a las promesas electorales. Y precisamente la primera labor a la que deberá dedicarse la nueva dirección de RTVE, será la de que nuestra acción política y nuestras promesas electorales coincidan.

Se preguntarán ustedes, iletrados lectores, cómo es posible cambiar desde el presente algo dicho en el pasado. Les recomiendo, para quienes no lo hayan hecho aún, la lectura de “1984”, la obra magna de George Orwell. Si pasa uno por alto la crítica social del autor y se centra en la exhaustiva descripción de los métodos para manejar a las masas, o sea, a ustedes, es una auténtica obra maestra. Para quien nombremos nuevo director de RTVE será de obligada lectura y cumplimiento.

En muy poco tiempo verán ustedes como nadie dudará de que jamás dijimos lo que creen que dijimos. Es más, les apuesto el Jaguar de Ana Mato, a que antes de que termine la legislatura, la mayoría de ustedes no recuerdan que hubo un tiempo en el que la sanidad pública estaba al alcance de todos, o en el que los hijos de las clases menos pudientes iban a la universidad, ni mucho menos que los trabajadores tenían derecho a una indemnización cuando eran despedidos. Tan cierto como que el 11 M sucedió mientras gobernaban los socialistas; que el Prestige se hundió al chocar con un iceberg mientras la orquesta no dejaba de tocar, o que Aznar fue uno de los mandatarios de más altura del siglo XX. Revisaremos y Tergiversaremos Verdades Engorrosas.

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