Unos datos impresionantes en su magnitud pero fáciles de entender: la deuda del sector financiero con el exterior es de unos 700 mil millones de €; la deuda de todas las Administraciones Públicas españolas con el exterior es de unos 250 mil millones de €. Impresionantes las cantidades; pero mayores unas que otras: según los datos del Banco Central Europeo, sólo el 16% de la gigantesca deuda española con el exterior, es pública.

Pues aquí todos los días debatiendo sobre la deuda del Estado o de la CCAA (y está bien y que siga) pero no centramos las miradas y las decisiones sobre la deuda privada, especialmente sobre la de bancos y Cajas.

Ahora entro en terreno que no es puramente estadístico y que puede ser discutido. Según diversas fuentes, los bancos y las Cajas tiene en sus balances unos 200.000 millones de € que son ladrillos o terrenos pretendidamente urbanizables. Vamos que no valen ni de lejos lo que en sus cuentas figura.

El Banco de España ya ha avisado del problema, pero no hay Gobierno que se atreva a tomas decisiones que terminen con este disparate económico que, al final, sufrimos todos.

Luego ocurre que la Bolsa cae (los accionistas pierden dinero), nadie consigue un crédito (las empresas no pueden crecer) y todo pareciera que no tiene solución. Pero sí la tiene.

Andamos estos días escuchando que las medicinas va a haber que pagarlas en parte y que los estudios superiores también. Pues no digo que algo de todo eso no pueda y deba debatirse, pero pocas veces el dicho “del chocolate del loro” podría ser aplicado tan claramente. Hablemos  claro: si el Gobierno acometiera decididamente la reforma de nuestro sistema financiero, un 40% de nuestra deuda exterior estaría considerada sana y sin sospecha.

Pero, amigos, atacar el problema financiero de los bancos y las Cajas aterroriza a nuestros gobernantes. No lo entiendo.

Ha habido países que han nacionalizados sus bancos (o Cajas) y luego han cerrado unos o han vendido otros; hay países que ha capitalizado sus bancos (o Cajas) con recursos públicos convirtiéndose en dueños de esos bancos o de esas Cajas y que luego los han vendido tras esa capitalización. Pero claro, esos bancos han pagado a sus directivos lo que el Gobierno ha considerado lógico o esos bancos no han pagado dividendo a sus accionistas hasta que los beneficios no han sido reales. Esos bancos han tenido que sufrir (o desaparecer) como cualquier actor económico que se equivoca.

En España no hay valor político para acometer la racionalidad de un sistema financiero enfermo, lleno de miserias contables y necesitado de un cirujano de hierro. Y sálvese quien pueda demostrar que se puede salvar.

El ministro Luis de Guindos sabe mucho de las trampas posibles en un balance bancario: por eso aplaudía su nombramiento. Pero si resulta que sus conocimientos indudables de las finanzas modernas le van a servir para tapar los juegos contables de las Cajas y los bancos españoles, tendrá doble delito: no actuar y encubrir.

Lo siento, pero no me queda más remedio que soñar con el día en que el Gobernador del Banco de España sea un general de la Guardia Civil: sólo alguien sin tacha, con capacidad de decisión y disciplinado con el poder político puede ordenar desde la plaza de Cibeles un sistema financiero falso y rozando la delincuencia. Y que, no sé por qué, el Gobierno no se atreve a reordenar ya mismo. Si el ministro Luis de Guindos me da una oportunidad le doy un par de nombres de guardias civiles inteligentes y capaces de hacer lo que necesitamos en bancos y Cajas.

Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
www.luissolana.com