La crisis pasa sin piedad la guadaña que va segando las legítimas aspiraciones de muchos jefes de Estado o de Gobierno a continuar en sus poltronas. El gran Sarkozy  se creía el Napoleón del siglo XXI y en su estrategia electoral incluyó de nuevo sus guiños a la extrema derecha lepenista. Su campaña ha incluido maltratar a España apoyando al Gobierno del PP y castigando a los socialistas. Pero casi todos los vaticinios lo ubican ya cerca de  su Waterloo.

Estolidez aguda
Pronto, al paso que vamos y a la galopante ineptitud del Gobierno, Mariano Rajoy, que es capaz de decir –en una lección de estolidez- que pide “unos pocos euros” para mantener los servicios públicos “porque no hay dinero”, empezará a estar, cada día más, en la picota.

El PP, en caída libre
De hecho, ya lo está cuatro meses después de su goleada del 20-N, como señalan las encuestas y como se vio con nítida claridad en los comicios de Asturias y de Andalucía. El PP está en caída libre. Era tan fácil como canallesco arremeter constantemente contra el Gobierno Zapatero culpándole de todas las desgracias. Rajoy se aprovechaba, como una gaviota carroñera, de la crisis para presentarse así como el salvador de España.

Sin el vecino protector
Si la izquierda francesa, capitaneada por Holland, triunfa en las urnas, el PP se quedará sin su vecino protector. Pero no olvide el PSOE que, si eso ocurre, la victoria de Holland será posible gracias a los sectores de la izquierda más consecuente o radical. Uno de los objetivos socialistas de Rubalcaba debería ser el fortalecer sus puentes con Izquierda Unida. Y viceversa.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM