Grecia era una monarquía. Pues bien, tras el sanguinario golpe de los coroneles [1967-1974] los griegos votaron en un referendum si querían  Monarquía o República. Vencieron los republicanos. El Rey Constantino –hermano de la Reina Sofía de España y cuñado de Juan Carlos I- tuvo que exiliarse. Le acusaron, y con razón, de haber respaldado a los militares insurgentes.


Una antigualla
Es cierto que los países monárquicos son estables, democráticos, parlamentarios y constitucionales. Sus reyes reinan, pero no gobiernan. Pero ello, en todo caso, no evita que el modelo monárquico, en sí mismo, no sea una antigualla.

La vía del nacimiento
La única gran diferencia entre unos y otros es que los reyes lo son gracias a un proceso biológico, mientras que los presidentes de las repúblicas lo son gracias a los votos. No se debe minimizar esta realidad porque no es lo mismo llegar a Jefe de Estado por la vía del nacimiento que por la vía de las urnas.

Derecha antidemocrática
España, después de cuarenta años de  dictadura, se inclinó a favor de la Monarquía. La República fue triturada por una derecha brutalmente antidemocrática, incapaz de asumir un régimen tan honorable y tan digno como el de la República.

Spain is different
Esa derecha cavernícola –la del Spain is different-,  más cercana a la España de charanga y pandereta que a la España de la modernidad y de las libertades, impuso en los pactos de la transición el retorno de la Monarquía.

En término de pragmatismo
¿Se equivocaron los demócratas cediendo a la exigencia de los conservadores de que no hubiera un referendum monarquía o república? Formalmente sí. Nada menos que el heredero directo de Franco se iba a convertir en el Jefe del Estado. Pero en términos de pragmatismo –en muchas ocasiones, necesario- acertaron en buena medida.

Balance excelente
El heredero del dictador, Juan Carlos de Borbón, exhibió reflejos y un adecuado instinto político y se transformó, no debemos olvidarlo, en un monarca  respetuoso con la democracia, que hizo –por suerte para este país- todo lo contrario de lo que pretendía Franco. El balance de Juan Carlos I es, desde la óptica institucional, excelente. Negarlo sería una falsedad.

Puerta grande, rayada
El Rey de España ha cumplido su tarea y entrará en  la historia por la puerta grande, aunque últimamente bastante rayada. Parece que es hora de poner punto final a su mandato. Cuanto antes abdique, mejor para él y para todos. Y, probablemente, sería lo mejor para el príncipe Felipe. O sea, para la Monarquía.

Esta vez, referendum
Pero, en esta ocasión, no debe seguirse menospreciando y demonizando a la República. La segunda República no era mala. Malos  fueron los que se la cargaron por la fuerza de las armas. Esta vez, hay que dar la voz y el voto a la ciudadanía a través de un referendum. Y que sean  los ciudadanos que elijan. Y no debería dar miedo, todo lo contrario, que ganara la República.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM