Esta misma semana se produjo otro hecho que también fue fuente del chascarrillo, del pareado vulgar y, siendo modernos, del twitter facilón, la famosa huida por la puerta trasera del Senado de Mariano. Sé que es difícil de entender para ustedes, pero Mariano no huyó como un vulgar cobarde o como un amante furtivo, simplemente calló para no descubrirles esa otra realidad, y con ello convertir sus vidas en un sinsentido.

Que conste de antemano que no les culpo por vivir sus inútiles vidas, no son ustedes conscientes de ello y, por lo tanto, están exonerados de toda responsabilidad. Simplemente quiero dejarles constancia, para evitar que el asunto vaya a peores, que sigan ustedes creyendo que su opinión o su voto son de vital importancia, y continúen reclamando una atención que a los que mandan de verdad en nada interesa.

Si el Rey se gasta unas decenas de miles de euros de sus impuestos (de ustedes quiero decir) en una cacería en la otra punta del mundo, no es algo que ustedes puedan juzgar. Desconocen por completo la complejidad de las relaciones sociales y políticas que se desarrollan en este tipo de viajes. Es más que probable que a su Majestad no le apeteciera en absoluto viajar hasta allí en un avión privado, dormir en un campamento en plena sabana, trasladarse en todoterreno hasta el lugar donde los ojeadores tenían localizado al elefante, apuntar a tan majestuoso animal y asesinarlo. Y todo eso sabiendo, como sabe el Rey, que se trata de uno de los mamíferos más inteligentes que existen, un animal que es capaz de entender la muerte hasta el punto de dedicar a sus muertos complejos y largos duelos. Y sin embargo, tuvo que hacerlo, porque en esa otra realidad que ustedes ignoran, los hombres se ven obligados a semejantes sacrificios.

Son los mismos sacrificios a los que se ve sometido Mariano desde que tomó el mando del país. Aprueba reformas que van en contra de lo que les había prometido, recorta derechos y favorece los intereses de unos pocos, por encima de los de los más de diez millones de humildes ciudadanos que le votaron. Y es que en esa otra vida que ustedes ignoran, un solo voto de los que la habita vale más que el de todos ustedes juntos. Sigan riéndose en el bar o en Twitter con tontas ocurrencias sobre la Casa Real o sobre Mariano o De Guindos, sus risas no se oyen desde el otro lado, son ustedes como peces en un acuario, con bocas abiertas que no emiten sonido.

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