Rajoy insistía este martes en que sus reformas y medidas económicas se notarán a medio y largo plazo tanto a nivel interno como fuera de nuestras fronteras, aludiendo así a la recuperación de la confianza de los inversores en la que tanto insistió durante la campaña electoral. Habrá que esperar, porque en el corto plazo los pasos que está dando no reciben ni el visto bueno de los mercados a los que pretende contentar ni el de las autoridades de la UE que le apremian.

¿Quedan balas en la recámara?
Mientras el Ibex-35 se dejaba otro 2,09%, los problemas de la subasta del Tesoro agudizaban la subida de la prima de riesgo -que cerraba en 390 puntos básicos respecto al bono alemán-, datos que incidían en el mal recibimiento de los mercados ayer a los presupuesto de Rajoy, y ello a pesar de que con su austeridad y recortes generalizados estaban diseñados a contentarlos. A satisfacer a los inversores y a Bruselas, pero el Gobierno recibía otro aviso del presidente del Banco Central Europeo, el italiano Mario Draghi, que al ser preguntado por los problemas de la subasta española respondía que "los mercados esperan reformas y piden a los gobiernos que apliquen las reformas", apuntando más tarde a los problemas de desempleo en España y en Grecia. ¿Más reformas? El problema es que la reforma laboral y sus mini-presupuestos eran las principales balas en la recámara de Rajoy.

Cuando Italia era el principal problema, antes del 20-N
De hecho en los últimos días no ha hecho sino ahondarse la diferencia entre la prima de riesgo de España y la de Italia, que hasta hace bien poco era el principal quebradero de cabeza de la UE. La semana anterior a las elecciones generales del 20-N, cuando los mercados daban por descontada la victoria del PP, Rajoy cometió la imprudencia de presumir públicamente de su capacidad para calmar a los inversores -se supone que por sus duras políticas de ajuste- y decir que las inminentes elecciones y la expectativa de cambio eran los motivos por los que el país estaba mejor que Italia o Grecia. Mientras lo decía se estaba disparando la prima de riesgo española.

El punto de inflexión
Y cuando ya como presidente Rajoy anunció a Bruselas que no iba a cumplir los objetivos de déficit, con toda una compleja parafernalia para culpar al Gobierno precedente que levantó suspicacias y malestar en la UE, se produjo el punto de inflexión: la prima de riesgo española superó a la italiana por primera vez desde agosto de 2010.

El problema de ser el centro de las miradas
Ahora, los artículos de la prensa económica que antes se centraban en Italia como la gran preocupación de la eurozona apuntan a España, así ha sido en los últimos días desde el Financial Times al Wall Street Journal. Italia se permite incluso amonestarnos públicamente, como hizo su presidente Mario Monti en unas declaraciones que intentó aguar después. Italia y España están viviendo turbulencias casi paralelas en los mercados, de ahí que uno esté en el centro de las miradas u otro resulta clave. Hoy la prima de riesgo del país transalpino también sufrían en los mercados de deuda secundaria y subía, pero hasta los 357 puntos básicos, más de 30 puntos aún por debajo de España.

Los pulsos que debe ganar Rajoy
Las políticas monetarias del BCE, con compras más o menos soterradas de deuda soberana, habían aliviado en las últimas semanas los problemas de estos países, pero de nuevo han vuelto las turbulencias. El economista jefe de Intermoney, José Carlos Díez, reclamaba en Al rojo Vivo el mismo trato del BCE para todos, después de apuntar medidas que estaban beneficiando al país de Monti. Pero de nuevo aquí no hay buenas perspectivas, porque Rajoy parece dispuesto a ceder un puesto clave en estos momentos como el representante español en el comité ejecutivo del Banco Central. Este tipo de pulsos son los que marcan la influencia real del Ejecutivo de Rajoy en Bruselas antes que buscar únicamente la complacencia de sus socios y de los mercados, y es que los discursos de palo (Monti) y zanahoria (como el del enviado de Merkel) parecen más propio de los que se dirigen a un país tutelado que a un miembro de pleno derecho y con influencia.