Sorprende que la periodista citada afirme con tanta naturalidad que “en 24 horas, el escándalo montado por la izquierda mediática ha conseguido que presenten su dimisión [Ignacio López del Hierro y Alberto Nadal], independientemente de su valía profesional y de su capacidad para el puesto”. Quien tomó la decisión de que dimitieran el esposo de María Dolores de Cospedal y Alberto Nadal se llama Mariano Rajoy, lógicamente atemorizado ante la reacción de la opinión pública por lo sucedido.

Rajoy actuó en esta ocasión pronto y bien. Su gran error, sin embargo, fue haber ignorado el perfil de Cospedal, nada menos que su segunda de a bordo en el organigrama del PP. Si el presidente del Gobierno hubiera simplemente repasado el curriculum de Cospedal, se habría enterado de verdad de su gran ambición, que es inconmensurable, de sus tejemanejes o equívocos en cuanto a sueldos.

García de la Granja, en el más puro estilo genovés, subraya que la culpa de todo esto la tiene el PSOE. “Lo sucedido con ellos [con los dos mencionados caídos] da idea del terrible grado de corrupción moral y social al que ha llegado España, tras los ocho años de Presidencia de Zapatero”, señala la periodista del Grupo Intereconomía en una exhibición de sectarismo derechista difícilmente superable.

Con tamaña narración tan sui generis de los hechos, uno no sabe bien si quien ha redactado lo escrito es una periodista o, más probablemente, una forofa neocon, gran adimiradora del Tea Party. Tiene ella además, en su marido, Alfredo Timermans, un avezado fontanero que llegó a ser secretario de Estado de Comunicación del presidente José María Aznar.

En el libro Los PPijos, cuyos autores son los periodistas Carlos Ribagorda y Nacho Cardero, Timermans salía muy positivamente parado: “Son muchos los que consideran que Timermans (…) forma parte de la Quinta de Becerril o, al menos, que se trata de un peón decisivo para alcanzar sus fines”. Es el hermano menor políticamente hablando de Carlos Aragonés. Trabajó cerca de Aznar y a la sombra de Carlos Aragonés.

Se publicó ese libro en 2004 y, con mucho interés todavía, pueden leerse cosas como ésta: ¿Qué es la generación Agag? ¿Quiénes forman parte de ese grupo de jóvenes que, liderados por el yernísimo, aspiran a hacerse un hueco de poder en el Partido Popular? ¿Cómo llegó Alejandro Agag, amigo y conseguidor de las grandes fortunas del país, a convertirse en líder de esa cuasi-facción conocida como el Clan de Becerril?”

La situación política actual ya no es lo que era. Agag desapareció con prudencia del primer plano tras su boda imperial con la hija de Aznar-Botella y tras el fracaso electoral del 14-M. Por cierto, García de la Granja; que Ana Botella haya conseguido ahora ser la alcaldesa de Madrid ¿es una consecuencia del nepotismo aznarista o no?

Fue Aznar, su marido, quien le pidió a Alberto Ruiz-Gallardón que la fichara para el Ayuntamiento de Madrid. Sin su marido, Ana Botella no habría tenido tan fácil, ni mucho menos, lo de incorporarse, con mando en plaza, en el Ayuntamiento madrileño. Cospedal se había creído que iría de oca a oca y tiro porque me toca. ¡Ah, y no te preocupes, cariño, serás consejero de Red Eléctrica! ¿De todo esto la culpa es de Zapatero?