La caverna mediática y la derecha extrema, propiciada por el PP madrileño de Esperanza Aguirre, atacaron con una violencia dialéctica estremecedora al citado doctor Montes. La cuadrilla periodística, tutelada desde Génova 13 -con Mariano Rajoy de presidente de los populares- protagonizó uno de los espectáculos más denigrantes del periodismo español contemporáneo.

El vocero de Aznar
Miguel Angel Rodríguez, el vocero de José María Aznar, llamó nazi, a voz en grito y por dos veces consecutivas –una en 59 segundos de TVE y la otra en La Noria de Tele 5- al doctor Montes, al que el facherío periodístico denominaba, por tierra, mar y aire, doctor Muerte. Fui testigo en los platós de ambas televisiones de semejante ultraje. Le exigí que callara y que retirara el vocablo nazi. No lo conseguí. El acoso al doctor Montes se iba haciendo asfixiante.

Un asesino
Le acusaron de ser un asesino que se dedicaba a rematar  enfermos terminales -o algunos, no- para que fallecieran cuanto antes. Le montaron un auto de fe en el que participaron, entre otros, el aludido Rodríguez, además de Federico Jiménez Losantos, César Vidal, Nacho Villa o Cristina Schlichting. Todos ellos desde la COPE de los obispos y el silencio culpable de los monseñores y sus ejércitos clericales.

Hoguera inquisitorial
También echó leña al fuego de la hoguera inquisitorial Isabel San Sebastián. Parecía oyéndolos o leyéndolos que entre unos y otros había como una especie de rivalidad a ver quién insultaba con más fuerza al asesino de Leganés.

La liberal Aguirre
Fue  aquello una estrategia abyecta para desacreditar a la sanidad pública –conforme a la estrategia de la liberal Esperanza Aguirre- y para contentar a los jerarcas de la Iglesia española, enemigos férreos en su mayoría de que la muerte sea lo menos dolorosa posible. La derechona –en paralelo- iba calentándose y cabreándose cada vez más.

Un monstruo
De este modo, el doctor Montes fue proyectado ante la opinión pública como un monstruo, y no exagero en absoluto. Por supuesto, los latigazos periodísticos dirigidos a un médico honesto y ejemplar se desviaron también, y de inmediato, hacia José Luis Rodríguez Zapatero y su Gobierno, culpables de proteger, en este caso, a médicos malvados.

Del PP hasta la médula
¿Cómo se puede ejercer de jueza, Sra. Sainz de Robles, y decir que los brutales insultos de unos cuantos periodistas -afines al PP hasta la médula- deben incluirse en el admirable capítulo de la  libertad de expresión? Una cosa es la libertad de expresión y la otra la libertad de insultar, injuriando o calumniando sin freno y por doquier.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM