Culminar su expulsión de la carrera judicial precisamente el 23-F denota que parte de la Justicia española vive de espaldas al sentir general de la sociedad; esa fecha tiene connotaciones especialmente tristes para cualquier demócrata español y por simple respeto a la Constitución se debiera haber ahorrado semejante gesto que vuelve a hundir aún más si cabe el prestigio no sólo de la Justicia, sino de España como país, por no hablar del peligroso divorcio con la sociedad progresista que se acrecienta con esta falta (o no) de sensibilidad. No queremos pensar que este haya sido un gesto hacia la España negra que por fin ha conseguido condenar a Baltasar Garzón.

El mismo día en que los progresistas parisinos se manifiestan a favor del juez condenado a instancias de Falange y la ultraderecha española, en un pequeño pueblo de Castellón estaremos cerrando una antigua herida de otra familia que llevaba 75 años esperando reunir a una víctima fusilada con la que fue su mujer, una familia que por fin ha conseguido tener a su difunto donde ellos querían y no donde lo quería el franquismo, en una de las miles de fosas comunes que salpican España.

Este acto tiene una especial relevancia por el momento en que se celebra; llamamos también a todos los demócratas y progresistas a acompañar a la familia de Tomás Maicas en el homenaje y reconocimiento institucional que por primera vez en Castellón se va a dedicar a esa víctima, alcalde republicano del pueblo de Teresa fusilado simplemente por haberlo sido en noviembre de 1939 y arrojado a una fosa común junto al también, alcalde de Gátova y dos concejales más.

Dos días después de su expulsión, Baltasar Garzón estará presente en el pensamiento de los presentes cuando el alcalde de Teresa rinda el merecido homenaje a su antecesor fusilado, consciente de que lo fue por los mismos principios y valores que miles de alcaldes y cargos públicos juran o prometen en toda Europa para acceder a sus funciones. Baltasar Garzón merece todo el apoyo y ayuda de aquellos a quienes él intentó ayudar, máxime desde un acto que con su intervención no sería como es ahora una excepción, sino que con la tutela y promoción del Estado, causante último de miles de desgracias, desapariciones forzadas que nunca se resolvieron en España hasta la fecha, hubiera hecho la norma.

Recordaremos a Garzón por la gran esperanza que suscitó en miles de familias que hubiera visto cómo por fin la Justicia les amparaba tras 70 años de soledad, algo que en Europa no deja de ser un anacronismo. Esa esperanza se sentó junto a Garzón en los juicios, y sufre su misma condena; por eso renovamos el llamamiento a participar y organizar actos en su apoyo, por la Memoria Democrática y las víctimas vivas que siguen reclamando justicia.

Matías Alonso Blasco es portavoz de la Plataforma Cívica Valenciana de Apoyo al Juez Garzón y del Grupo para la Recuperación de la Memoria Histórica