Habrían regresado –sobrevivientes al fin-, de la persecución implacable, dictada contra ellos por un Gobierno de carácter policial, como el mismo expresidente de la Generalitat Valenciana había denunciado tantas veces. Pero no acudieron o no fueron invitados a Sevilla. ¿Por qué Rajoy, de hecho, escondió a Camps?

Excluido del paraíso del poder
Con Camps, absuelto y Baltasar Garzón, condenado, ¿cómo es posible que Mariano Rajoy haya excluido de su paraíso del poder a Camps? Cuando dimitió de presidente valenciano, Rajoy se volcó en elogios hacia él diciendo que había dado la “talla”. Y añadiendo: “Ha actuado con grandeza y lo ha hecho en una situación difícil; lo ha hecho por su tierra y por su partido. Es una persona que tiene futuro en donde quiera tenerlo”. Pero más allá de las palabras, la realidad que envuelve a Camps es de hipocresía y cinismo.

Como la mujer del César
Alberto Fabra, el sucesor de Camps, levantó en Sevilla la bandera de la honestidad. “No sólo debemos ser honestos, también parecerlo”, dijo emulando el aforismo de la mujer del César. “Sin complejos, con la cabeza muy alta, sabiendo que somos un partido de gente honrada y comprometida, debemos autoimponernos unas rigurosas normas de funcionamiento ético y moral”. ¡Qué bonito, qué bonito, Sr. Fabra! Pero por mucho que se empeñen en lo contrario, se les ve el plumero. ¿Por qué no estuvieron en el glorioso Congreso Camps y Costa? ¿Estaban ocultos?

El alcalde de Castellón
Fabra, hasta su improvisado ascenso a la Presidencia de la Generalitat, era alcalde de la ciudad de Castellón. La provincia de Castellón la controlaba, y la sigue controlando, el otro Fabra. Sí, sí, Carlos Fabra, el cacique presuntamente corrupto desde hace muchos años al que la justicia parece haberle puesto la proa; que ya era hora.

Veraneos en Castellón
Carlos Fabra fue muy amigo de José María Aznar en aquellos tiempos de los veraneos de la familia del líder del PP en las playas castellonenses. Vivían los Aznar en un chalet maravilloso, prestado gratis total por un gran empresario de la industria cerámica.

Normas autoimpuestas
¿El alcalde de Castellón, Alberto Fabra, no sabía, o no quería saber, cómo el presidente del PP de la provincia, se enriquecía de forma sospechosa hasta la saciedad? Le queda ahora muy bien eso de que “somos un partido de gente honrada (…) y debemos autoimponernos unas rigurosas normas de funcionamiento ético y moral”. Dicen una cosa y hacen otra.

“Un político ejemplar”
Pero convendría que este Fabra dijera públicamente por qué ha tardado tanto en predicar ética y moral. Y por qué calló y no denunció a la justicia el más que escabroso comportamiento de su homónimo, al que Rajoy describió como un “ciudadano y un político ejemplar”.

Consuelo para estólidos e ingenuos
El caso Gürtel, el caso Fabra, el caso Brugal, el caso Emarsa, el affaire de la alcaldesa de Alicante, el caso Matas y etcétera, etcétera. Es un consuelo para estólidos o ingenuos oírles, sin embargo, decir que son “un partido de gente honrada”. A la vista del panorama, cuesta creerlo. Y volvemos a insistir: ¿Por qué Camps y Costa no pisaron o no les dejaron pisar el Congreso?

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM