Por los datos biográficos que he leído del nuevo ministro de Educación, José Ignacio Wert, sus orígenes ideológicos se hallan en la democracia cristiana. El humanismo del que han hecho gala a lo largo de la historia algunos de los pertenecientes a dicha corriente, no me cuadra con su actitud un tanto pedante cuando participaba en las tertulias de radio y televisión, y mucho menos desde el momento en que al desempeñar un cargo público ha de actuar como miembro de un gobierno que, por encima de todo, debe el máximo respeto a los ciudadanos.

Ya me pareció insultante el hecho de que considerase que los profesores realizaban labor de adoctrinamiento, porque insisto en lo que he defendido en otro lugar: las asignaturas no adoctrinan, sino que son los docentes quienes están en condiciones de hacerlo. Llevo más de treinta años en el ejercicio de la docencia, y hasta ahora solo me he encontrado a un profesorado concreto que realice esas labores de adoctrinamiento, además con respaldo legal, y es precisamente el que imparte Religión, sin embargo no le hemos escuchado ni una sola palabra sobre esa cuestión

Con el cambio en el temario de las oposiciones para profesor de Secundaria, de nuevo ha utilizado formas inadmisibles. Primero porque no tiene razón al afirmar que el cambio favorece a quien había comenzado a estudiar con el temario anterior, y segundo porque no puede utilizar ese tono entre irónico y despectivo para decir que un posible opositor llevaría poco tiempo dedicado a prepararlo, y eso siempre que hubiese estudiado algo durante las vacaciones navideñas. ¿Ha sido opositor el señor Wert alguna vez? ¿sabe cómo viven muchas personas esa situación? ¿es conocedor de que no suelen tomarse días de vacaciones y que como mucho descansan uno o dos días?

Un miembro del gobierno de España no puede hablar así de los ciudadanos, no es de recibo esa actitud, que podía mantener el señor ministro cuando acudía a las tertulias, donde se admiten las ocurrencias más peregrinas, que a menudo solo encuentran graciosas sus contertulios, y además quien habla allí solo se representa a sí mismo. No recuerdo a ningún ministro de algún otro gobierno que haya actuado con esa falta de respeto. Los opositores tienen su derecho a exigir que se mantenga el temario que conocieron en el mes de noviembre, que por cierto, en lo que yo conozco, cumple mejor con los requisitos exigibles a un profesor que el anterior, de 1993, y que sin embargo los gobiernos de Aznar no modificaron. Y por supuesto, da igual cuántos sean los afectados, no importa que sean más o menos de sesenta mil, porque aunque fuera un número reducido el derecho sería el mismo, quizás debería saber el ministro que los derechos ciudadanos son una cuestión cualitativa, no cuantitativa, que no se adquiere un derecho porque haya una mayoría que lo merezca.

Recuerde, acorde con su ideología, el relato del Génesis cuando Dios le anunció a Abraham que iba a destruir Sodoma y Gomorra, y este le pidió que si encontraba cincuenta hombres justos no lo hiciera, cosa que Dios aceptó, pero luego fue rebajando su petición, así hasta llegar a diez, pero ni siquiera encontró ese número. Pues bien, un ministro, que no es Dios, debería respetar lo existente en un temario de oposiciones aunque solo hubiera un opositor que se sintiera afectado.

No obstante, por la manera de comportarse otros miembros del ejecutivo, entiendo que el problema no es particular de quien desempeña la cartera de Educación, sino que está relacionado con las formas que acostumbra a utilizar la derecha cuando gobierna.