Todo junto, una porrada de millones de euros para construir un aeropuerto cuya única cosa tangible, hasta ahora, ha sido la estatua de tan gran prócer, de 24 metros de altura y 18 de diámetro. Es un aeropuerto fantasmagórico. Ahí, no despegan ni aterrizan  aviones, aunque sí lo hacen las gaviotas populares, encantadas de tener dirigentes valerosos, emprendedores y exentos de complejos.

Una memez insigne
Acusar, a estas alturas del curso, a Zapatero no deja de ser una memez insigne. La gestión de Camps y  su alegre muchachada, compuesta de presuntos implicados –salvo raras excepciones- ha sido nefasta. Se trata de una gestión llevada a cabo además bajo  sospechas más que verosímiles. La Comunidad Valenciana ha despilfarrado a mansalva y ocupa el primer puesto en el ranking de gastos faraónicos, no precisamente transparentes y hasta bendecidos –se supone que de buena fe- por Benedicto XVI.

Demasiados sinvergüenzas
Esto no es una gestión. Es una guarrería con demasiados sinvergüenzas al quite para salir corriendo y con los bolsillos repletos. El hundimiento económico de la Comunidad Valenciana no se debe  a que Zapatero la “asfixiara”, como asegura torticeramente este presidente de rebote. Llegó Fabra a presidir el Gobierno autonómico a lomos de la Justicia que  iba a poner en marcha el juicio contra Camps. Soltó lo de la “asfixia” durante un reciente programa de El Gato al Agua, donde peregrinan, mezclados, los de la derecha y  los del facherío. Se ha convertido este gato  en la Meca popular, donde acostumbran a acudir  peperos ambiciosos. Unos cuantos ministros del Gobierno marianista estuvieron en ese programa mucho antes de ser llamados por Rajoy.

Un pormenorizado dossier
¿Por qué Rajoy, una vez conocida la trama Gürtel, no exigió a Camps que le hiciera llegar un pormenorizado dossier sobre esta gravísima cuestión y, en paralelo, que le presentara la cuantía exacta de los gastos legales producidos en los años de su Presidencia? ¿Por qué Camps y su Gobierno nunca facilitaron a la oposición los datos que pedía en torno a posibles irregularidades y a demasiados números turbios? Rajoy callaba y, según y cómo, enaltecía a Camps que a su vez le prometía  públicamente auxilio por delante y por detrás.

Es el Fabra bis uno de los suyos
Usted, Sr. Fabra, en aquel tiempo era alcalde de la ciudad de Castellón y, supiera lo que supiera -y debía de saber mucho- callaba. Temía al otro Fabra, que era el cacique, el mandamás, el as de los negocios sucios, el que  se ha hecho multimillonario, el espantador de jueces y de fiscales,  al que le tocaba la lotería de cuando en cuando.  ¿Culpable Zapatero?  Pero si el PP ha transformado a la Comunidad Valencia en un erial de aguas fecales. Usted, Sr. Fabra, es uno de los suyos. Por eso fue nombrado a toda prisa sucesor de Camps, el de los trajes.

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM