Este presidente, Mariano Rajoy, el gallego que manchó a su pueblo del petroleo del Prestige, ahora nos pringa con los lodos miserables de su política neoliberal, nada popular y tremedanmente probancaria y neocapitalista al conjunto de la ciudadanía española y los ciudadanos de otras patrias que entre nosotros viven, trabajan o lo intentan.

La subida del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF), por destacar una de sus duras medidas, ni siquiera fue anunciada de palabra. Hemos tenido que leer tal despropósito en el Boletín Oficial del Estado, como si esa Gaceta de Madrid la leyésemos con la 'tostaíta' en la mano los súbditos de las distintas nacionalidades, naciones o realidades nacionales que conforman esta España.

La pérdida de poder adquisitivo en una sociedad profundamente consumista y donde su economía depende del consumo es un varapalo para la sociedad en su conjunto, pero especialmente para las personas con menores rentas, por no citar a las unidades familiares que reciben unos míseros 400 euros o lo que ni siquiera reciben nada, ante la falta de empleo y la subida del desempleo.

Pero el despropósito no es que nos roben de nuestro sueldo o que los golfos de los gerentes de las empresas nos paguen una mitad del sueldo cuando le salga de un huevo y la otra cuando el otro tenga a bien (mientras se tiran los grandes sueldos en copas, cenitas, coches deportivos o 'chaleres', algo propio de los nuevos ricos-caciquiles-ignorantes-acomplejados; el ansia del pobre analfabeto, funcional digamos, es ser marqués o conde); el despropósito es que se enriquezcan esa panda de golfos que dirigen muchas de las empresas de este país, que se enriquezcan en nombre de esta falsa democracia de medio pelo políticos que se hacen llamar del pueblo o de la sociedad, que se haga más ricos a los bancos, que familias enteras se queden en la calle, que a casi nadie le importe un carajo y que los nuevos ricos-caciquiles-ignorantes-acomplejados convenzan a muchos de los que tienen sin cobrar o que expulsan a la calle de que las cosas tienen un orden natural y que otro escenario es inviable.

Lo preocupante es que este orden se acepte como natural. Como se acepta como un hecho democrático la dictadura de la jefatura de Estado en España en manos de un rey y el alto precio que pagamos por la pensión alimenticia que le pasamos a él y a su familia, sin otro mérito que apellidarse Borbón, haber sido elegido por el dictador y asesino fascista y ratificado por una Constitución firmada entonces por la izquierda con la plena conciencia de que era eso o la misma soga en el cuello de siempre. El tiempo finalmente ha favorecido que la cuerda se mantenga intacta y a pleno rendimiento y que esta panda de vagos vivan, nunca mejor dicho, a cuerpo de reyes.

Para colmo, un politiquillo del PP de Madrid ha arremetido otra vez contra mi tierra. Una vez de chico, en Burgos, en la católica Castilla y León, este que escribe y que entonces era un niño nacido y criado en Andalucía llevado por tres años de 40 grados a la sombra a 12 grados bajo cero, por mi acento andaluz en el habla, fue llamado gitano por otros niños como un insulto. Bien, aunque no pertenezco a esa etnia, que también forma parte de nuestra realidad, cultura y sociedad, mal que le pese a los racistas, y aunque mis rasgos no son gitanos, me valgo de aquel apelativo que me puso entonces un niño burgalés porque a sus incultos padres escuchó decir no sé qué cosa de Andalucía (gitano para él no era una etnia ni un pueblo ni una cultura, sino ese insulto como el que, arraigado aún en el habla del español de España dice perro judío para denostar)... Me valgo de aquel apelativo para usar una frase escuchada por última vez a una mujer gitana con la que uno puede resolver muchos conflictos interiores de sí mismo y exteriores sin necesidad de ofuscarse ni ser el autor material de ciertos hechos. Así pues, Francisco Granados y gerentes nuevos ricos-caciquiles-ignorantes-acomplejados, banqueros, políticos pseudodemocráticos y corruptos, personas que a personas honradas y trabajadoras y bien formadas robáis los sueños, hombres sin luz que a los hombres de luz de alma de luz despojáis... yo no os deseo feliz año nuevo, porque ya vosotros, escoria, haréis que sea viable vuestro feliz mundo feliz; yo os digo: malas 'puñalás' os peguen.

Efectivamente, Granados, con más educación, más formación se resolverían muchos problemas: una sociedad inteligente y no dormida con cuentos de hadas diría basta y os mandaría al mismísimo carajo a ti y toda la panda de chulos, vagos y maleantes de cuello azul y verborrea pseudopolítica y pseudodemocrática, preguntándose si es viable que nosotros, con el sudor de nuestra frente, mantengamos a estos chupasangres. Tal sociedad se daría una respuesta satisfactoria y no conformista con vuestro corrupto orden 'natural' de las cosas.

Feliz año, que no creo que os dejen, para el resto.