No es Intereconomía un modelo de centrismo. Todo lo contrario. Se ha auto otorgado, repetida y públicamente, el papel de oposición desde la derecha, por supuesto, al Gobierno socialista. Fue eso otro indicio que muestra de forma clarísima el menosprecio que el holding mediático de Julio Ariza tenía hacia Rajoy, al que acusaban –hasta que se vio que su victoria electoral iba viento en popa- de blandito. Era mucho más amiga de Intereconomía Esperanza Aguirre que Rajoy, aunque éste sea ahora, para los del Tea Party a la española, un héroe nacional.

Llama la atención el fervor de José Ignacio Wert hacia El Gato al Agua, que huele más a secta que a debate democrático. Wert presume de pragmático y poco partidario de posiciones de derecha radical, pero acudía con frecuencia al templo ultramontano para defender al PP. Están los ministros gatoadictos, en boca de Arias Cañete, instalados ahora en la euforia del triunfo. Como debería llamar la atención la presencia de Alfonso Alonso, portavoz parlamentario, que pasa por ser un defensor de las bodas gays y del aborto.

Pero no importa. Rajoy ha conseguido que la ultraderecha pepera le apoyara en las elecciones, que la caverna mediática hiciera lo propio y también el sector centrista tirando a minúsculo. Andan felices porque en el horizonte ético de la derecha española se puede incluir todo o casi todo. No debe extrañar, pues, que cuatro ministros hayan sido fans de El Gato al Agua, pisando el plató de una de las televisiones más reaccionarias de España. Todo vale para el convento del abad Rajoy.