Es más, la misma ley forzaba que los beneficios sociales –tales como el aseguramiento sanitario- no se podían obtener a través del Estado, con financiación pública, sino a través de los lugares de trabajo, mediante los altamente descentralizados convenios colectivos que negociaban el grado de cobertura de la atención sanitaria proveída por compañías de seguro privadas contratadas por la empresa. De esta manera, cuando un trabajador perdía su puesto de trabajo perdía y continúa perdiendo no sólo su salario sino su aseguramiento sanitario y, por lo tanto, su atención médica y la de su familia. Ello tiene un enorme impacto en mantener una elevadísima disciplina de la fuerza laboral. EEUU es el país que tiene menor número de días laborables no realizados debido a huelgas. Tal ley Taft Hartley Act fue un ataque frontal a la clase trabajadora de EEUU, lo que explica que los sindicatos hayan siempre intentado eliminarla, sin éxito.

La huelga general en Oakland
Oakland, cuya huelga general fue la que provocó la represión y la Ley Taft-Hartley Act, vio, hace unas semanas, por primera vez una huelga general en la que trabajadores portuarios, del transporte, maestros y personal de las escuelas públicas, e incluso el comercio, paralizaron por un día toda la ciudad. Pero su expresión fue distinta a la del 1946. La huelga general la inició el movimiento de los indignados estadounidenses que en Oakland se llaman Occupy Oakland. La mayoría jóvenes, estaban hartos de experimentar las políticas neoliberales forzadas por los establishments financieros y de la gran patronal (el 1% de la población) sobre el resto de la población (el 99%). Su motivación era la indignación expresada en términos no violentos. Y en la medida que iban manifestándose en dirección a la plaza que recuerda la Gran Huelga de 1946, trabajadores de todos los sectores les fueron vitoreando y muchos se sumaron a la manifestación. Los trabajadores del puerto dejaron de trabajar.

La alianza de los indignados con diferentes colectivos como los afroamericanos y los sindicatos fue clave para paralizar la ciudad. Y un hecho de gran envergadura es que la dirección de los sindicatos apoyó la huelga sin intentar liderarla. Fueron las bases sindicales junto con el movimiento de indignados, los que coordinaron los eventos. Significaba la recuperación de las políticas de clase, entendiendo como tal la lucha de la gran mayoría de la población en contra del 1% (llamada guerra de clase, class war en inglés).

Relevancia del movimiento de indignados para España
El movimiento 15-M en España ha inspirado a muchos otros movimientos de protesta de otros países, incluido EEUU (de la misma manera que el movimiento 15-M fue inspirado por el movimiento de liberación árabe). Su fortaleza deriva de que la gran mayoría de la ciudadanía –como también ocurre en EEUU- simpatiza con el movimiento. Su gran reto es establecer alianzas con otros movimientos que, provenientes de historias de resistencia, tengan objetivos comunes, y entre ellos, el movimiento obrero. Esta relación no es fácil, pues son dos culturas diferentes. Una vertical y disciplinada (como era predecible y necesaria en instituciones que lucharon y continúan luchando en condiciones durísimas). La otra, horizontal, temerosa de disciplina, verticalidad, delegación de autoridad y representatividad. Ahí está el punto más complicado que la propia práctica y experiencia debe resolver. En este aspecto, la situación en Oakland ha sido muy alentadora. Una amplia alianza tomó lugar entre los movimientos anti-neoliberales, que consiguió movilizar a gran parte de la población que compartía su rechazo a las políticas públicas que están dañando el bienestar de la gran mayoría de la población.

Una última observación. La noche de la huelga en Oakland unos encapuchados definidos como anarquistas (no más de 50) atravesaron las calles rompiendo e incendiando contenedores y realizando actos vandálicos en varios edificios. Fue un éxito para las fuerzas reaccionarias, pues al día siguiente toda la atención se centró en esta violencia. Pero el movimiento denunció los actos violentos, desaprobándolos. La violencia fue radicalmente denunciada por los indignados, que vieron como se utilizaba por la estructura de poder para desacreditarlos y crear una barrera entre ellos y la mayoría de la población, cuyo apoyo es esencial para su causa: la liberación de los grupos de la población brutalmente afectados por aquellas políticas de austeridad, que son la mayoría.

Vicenç Navarro es Catedrático de Políticas Públicas. Universidad Pompeu Fabra, y Profesor de Public Policy. The Johns Hopkins University