Voy a empezar por separar a los muertos y heridos, que todos lloramos y apoyamos, de los representantes de las víctimas que representan y recuerdan con dolor a las víctimas. A los muertos y heridos destrozados por etarras para que sufriéramos todos los demócratas el dolor de la muerte o las heridas, no los puedo olvidar. Pero tengo que decirles con claridad una cosa: nunca tuve la tentación de ceder a ese terror. Estaban muriendo tus parientes; estaban siendo heridos tus parientes y nunca dejé de pensar que teníamos que seguir luchando (y muriendo y siendo heridos) para conseguir que un día la democracia y la libertad fuera una realidad en toda España. Incluida Euzkadi.

Pero quiero ser muy sincero con todos vosotros para que jamás se me diga que lo que defiendo tiene algún truco: yo no lloré cuando ETA asesinó a Carrero Blanco. Yo no lloré cuando ETA asesinó al comisario Melitón Manzanas.

Hace ya años fui presidente de Telefónica. Dos directivos de la Compañía fueron asesinados por ETA. Recuerdo que los servicios de seguridad me recomendaron no asistir a sus funerales. Nunca he dejado de recordar el hecho: fue una cobardía.

Creo que para que me creáis que ahora me emociono recordando las atrocidades etarras, es imprescindible confesar cuándo no lloré.

Al lado de los muertos y los heridos, están los familiares de esas víctimas del horror de quienes creyeron que aterrorizando se puede conseguir la independencia. Heridos y familiares están ahí para dialogar de veras: los muertos (por crueldad equivocada) ya no pueden. Pero las actitudes llenas de dolor de los familiares de las víctimas, de vez en cuando, me preocupan.

Lo que me pidan esos familiares a favor de los heridos por el terror, yo lo daría. Lo que me pidan esos familiares para proteger económicamente a unas familias, estoy dispuesto a estudiarlo con generosidad. Lo que no puedo aceptar es que esas mismas personas mezclen el dolor con la política.

Quisiera que todos estos colectivos afectados por el horror etarra tuvieran muy claro 1º, que nadie los va a olvidar, 2º, que no son ellos los que van a definir cómo nos organizamos los españoles desde ahora.

Heridos, familiares, excombatientes etc. han sido siempre gentes muy importantes cuando los grandes conflictos se terminan. Pero sólo deciden los poderes democráticamente elegidos: gobiernos y parlamentos. Escuchar: a todos; capacidad de decidir: sólo de algunos; los que hemos elegido democráticamente.

Os pido a todas las organizaciones de Víctimas del Terrorismo que nos deis ideas, que opinéis, pero que -sobre todo- nos ayudéis a terminar cuarenta años de miedo que están empezando a terminar. No pongáis palos en las ruedas de la nueva convivencia.

Luis Solana es militante socialista y promotor de Nuevas Tecnologías
www.luissolana.com