Resulta más que probable, desde luego, que los dos tiburones mediáticos analizaran la conveniencia o no de esa presunta operación de compra y venta. Conversaron en la mansión de tan famoso periodista, al lado de la piscina polémica que Ramírez osó convertir en un “asunto de Estado” y hasta en un ataque a la “libertad de expresión.” Ambos tuvieron, sin duda, en cuenta -a lo largo de la conversación- que los socios italianos de Ramírez, los directivos del Grupo Rizzoli, que edita el Corriere de la Sera, no atraviesan ahora su mejor momento en las relaciones con el director de El Mundo.

Mario Conde y los italianos
En todo caso, la fundación de El Mundo hace bastante más de veinte años no se hubiera producido sin la cooperación italiana y, desde España, sin las maniobras favorables de Mario Conde, cuando era el presidente de Banesto y aspiraba a emular a Berlusconi. En aquella época, Conde, entonces muy amigo de Ramírez, aún no había sido condenado por la justicia. ¿Acabará eludiendo la acción de la justicia británica este nuevo amigo de Pedro J., que se llama Rupert Murdoch?

The Guardian
Hemos conocido, sin embargo, y gracias al excelente hacer periodístico del diario británico The Guardian que las publicaciones de Murdoch, como News of the World, son vomitivas y muchas de ellas podrían haber vulnerado la legislación vigente. El País del 24 de julio se hizo amplio eco de los delitos atribuibles, según todo género de indicios, a Murdoch y los suyos. Éste era el título: “La cloaca & Cia. El escándalo de las escuchas saca a la luz la podredumbre de Murdoch y su prensa canalla. Pero también la corrupción de un sistema que durante años le dejó hacer y se benefició de él”.

“Lobos feroces”
Ramírez, que ahora insulta a los periodistas adversarios suyos describiéndolos como “lobos feroces”, se siente enormemente orgulloso de haber recibido en su casa a Murdoch. Va diciendo por ahí que su conversación estaba vinculada a la “pasión por el periodismo” de él y su invitado. ¿Periodismo? No, su pasión no es el periodismo, sino el amarillismo, que no es lo mismo. Una cosa son los errores –que todos tenemos- y otra son los horrores de quienes ejercen el amarillismo mediático y encima se presentan a la ciudadanía como si fueran entrañables caperucitas rojas. ¿Qué tal funciona, por cierto, la teoría de Pedro Jota sobre la autoría del 11-M?

El cuartel general
En el encuentro de la piscina –qué tiempos los del presidente Matas, otro presunto delincuente, que acudía a las manifestaciones de apoyo a Ramírez-, faltó otro amigo de Murdoch y del amarillista mencionado. Se trata, naturalmente, de José María Aznar, presente en la misa de Benedicto XVI. Aznar, al que hizo presidente Ramírez, pertenece al Consejo de Administración de News Corp, el cuartel general de Murdoch.

Mudo total
Desde que estalló el caso News of the World, Aznar se ha transformado en un hombre callado, alérgico a abrir la boca, mudo total. La camisa no le debe de llegar al cuerpo. Parece Aznar no ser lo que era. En estos tiempos recientes, era más bien vocinglero, chulesco y faltón contra el Gobierno y los intereses de los españoles. Pero los tres coinciden en sus ideas políticas. Son ultraconservadores -aunque el director de El Mundo se disfrace a veces de equidistante y equilibrado- y partidarios no ya de la derecha dura, sino del Tea Party, que es lo que mola en la extrema derecha de Estados Unidos. Si mola, es gracias a Murdoch. ¡Hete aquí a Murdoch, Aznar y Pedro Jota, el trío del amarillismo!

Enric Sopena es director de ELPLURAL.COM