Córdoba está ahora en un momento duro, porque se había trabajado mucho y bien para obtener la capitalidad cultural en 2016, pero ahora se tiene la oportunidad de demostrar la verdadera capacidad como pueblo, porque no es el momento del llanto ni de la frustración. Lo primero porque las lágrimas no sirven para responder a una cuestión que se debate en el ámbito de lo público y lo colectivo; lo segundo porque en estos momentos hay que aprovechar cuanto se ha trabajado para impulsar un proyecto cultural para Córdoba en la línea de lo realizado en los últimos años. Y desde esa posición no tiene cabida hablar de que es Bildu quien gobierna ahora en San Sebastián, puesto que desde aquella ciudad siempre se habló de un proyecto con determinadas características.
La cuestión no está en por qué se ha elegido San Sebastián, sino por qué no lo ha sido Córdoba. Y más en concreto qué no han visto en ella los miembros del comité de selección. Sin duda alguna, nunca hay un proyecto perfecto, pero es difícil imaginar que otras ciudades contaran con el respaldo social e institucional de nuestra capital. A ello hay que añadirle que tiene el aval de su historia, el peso de su pasado, que cada vez conocemos mejor, no solo de los momentos de esplendor de época romana o andalusí, sino también de tiempos recientes, con lo cual la Córdoba que hoy conocemos desde la historia no tiene nada que ver con la imagen construida por los viajeros románticos o con la de Merimée en su famosa “Carmen”. Quizás en la decisión final ha pesado el estereotipo de que el norte siempre es más culto que el sur, ya la exministra Carmen Calvo denunciaba que “jamás se ha hecho una apuesta por una ciudad del sur”. Y en la historia de la segunda mitad del siglo XX español convendría no olvidar que el desarrollo del norte se hizo gracias al trabajo de hombres y mujeres del sur, o que el crecimiento de sectores industriales, entre ellos el vasco, fue posible por la canalización de ahorros procedentes del sur. Deberíamos tenerlo en cuenta para saber de dónde parte una ciudad como Córdoba y así valorar el esfuerzo que ha representado que hoy aparezca tal y como está, con un gran esfuerzo para recuperar y mantener su inmenso patrimonio y con proyecto culturales que no se quedan anclados en el pasado, como se ha demostrado en estos años. Córdoba, como decía Gallegos, debe ser fiel y leal a sí misma, y hacer un esfuerzo por recordarle a muchos lo que decía Benedetti, que “el sur también existe”, y que aquí “cerca de las raíces/ es donde la memoria/ ningún recuerdo omite”.
* José Luis Casas Sánchez es Profesor de Historia